Las algas marinas pueden alimentar a millones de personas y mitigar efectos del cambio climático. ¿Por qué aún no se producen a gran escala?
Nuestros hábitos de consumo como humanos sin dudas están dejando su huella en el planeta. Lo vemos con el calentamiento global, la pérdidas de bosques, reservas naturales y la extinción de especies. Para peor, nuestros hábitos de consumo generan desigualdad y pobreza, lo que conlleva a que millones de personas en el planeta mueran por hambrunas o desnutrición.
¿Qué posibilidad tenemos entonces como sociedad de enfrentar estos problemas? La dudas y la innovación es lo que aparece cuando se plantean estos desafíos, y en el mundo científicos y agrónomos proponen una solución: la cosecha de algas marinas para producir alimentos.
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), si se cultivaran de manera sostenible, apenas el 2% de los océanos alcanzaría para alimentar a toda la humanidad.
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Para los especialistas de la ONU, las algas marinas poseen altos valores nutritivos, al tiempo que son grandes aliadas para reducir los niveles de carbono en la atmósfera. Un gran combo para combatir el hambre y el calentamiento global.
Las algas pueden alimentar a millones de personas
Se estima que cultivando el 2% de los océanos para la obtención de algas para consumo humano se podrían alimentar a unas 12.000 millones de personas. Este tipo de plantas acuáticas contienen proteínas, zinc, hierro, vitaminas y son bajas en grasas e hidratos de carbono.
Este tipo de algas son desconocidas por la mayor parte de la población mundial, pero son más populares en Asia, sobre todo en Japón y Corea, donde forman parte de la dieta de sus habitantes y suelen ingerirse hasta tres veces por día.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) las algas marinas más utilizadas actualmente como alimento humano son de tres grandes familias. Los amantes del sushi estarán más familiarizados con las especies Porphyra -más conocida como alga nori-, y por otro lado están las Laminaria (kombu) y las Udaria (wakame).
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Este tipo de algas suele utilizarse para producir alimentos como el ya mencionado sushi y también como ingrediente clave para la producción de sopas, estofados, encurtidos (escabeches) y té.
Algas marinas para producción ganadera
Pero las algas marinas no sólo pueden utilizarse como ingrediente para la dieta humana, sino que también serían de gran utilidad para alimentar animales. Si se intensificara su cultivo, ayudarían a reducir la deforestación y las emisiones de carbono a la atmósfera.
Esto se debe a que las algas marinas no necesitan tierra, agua dulce o agrotóxicos para su producción. Su crecimiento está basado en sol y agua salada, por lo que si se reemplazara a la soja como alimento para la producción ganadera se evitaría la deforestación de millones de hectáreas de bosques y selvas.
Además, según la ONU, se podría llegar a reducir hasta en un 90% las emisiones de metano producto de la digestión de la alimentación actual de los animales, ya que estas algas mejorarían este proceso y llevarían a una mejor nutrición.
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Por otro lado, han avanzado diversos estudios que indican que las algas marinas también podrían reemplazar a la producción de plástico para obtener envases biodegradables, lo que sería de gran aporte para reducir la contaminación de los océanos.
¿Por qué no se avanza en la producción de algas marinas?
La pregunta es pertinente si pensamos en la cantidad de beneficios nombrados y cómo su desarrollo ayudaría a combatir el hambre y el cambio climático, pero el obstáculo que se debe sortear hoy para incrementar la producción de algas es técnico.
La primera consideración a tener en cuenta es que hay poco espacio para cultivar algas en bosques submarinos cerca de las costas. Por otro lado, conseguir permisos para explotaciones en alta mar es costoso y complicado.
Uno de los principales problemas de este proceso serían las fuertes corrientes y las grandes olas, pero desde la ONU advierten que podría haber una transferencia de conocimiento desde las compañías petroleras, que tienen desarrollados sistemas de trabajo en alta mar.
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Las empresas Shell y Kelp Blue son algunas de las compañías internacionales que tienen planes a futuro de producción de algas. Ésta última prevé cultivar bosques de unas 70 mil hectáreas frente a las costas de Namibia y esperan tener un buen impacto ambiental, además de ayudar a la producción masiva de alimentos para las personas.