Puede que entre la cantidad de preocupaciones y pensamientos negativos, la ansiedad esté volviéndose insoportable. Por suerte existen algunos ejercicios que pueden ayudarte a reducirla devolviéndote un poco de paz interior. No hay que olvidarse de que nuestra mente también requiere atención y cuidado.
Por culpa de la presión y el estrés que vivimos a diario pareciera que incluso en esos días donde no hay nada que hacer nuestro cuerpo nos siguiera mandando señales de alerta que no podemos acallar. Por decirlo de alguna manera, la máquina no para en ningún momento, como si quedaran resabios del efecto que provocan las obligaciones laborales, los deadlines, la falta de tiempo propio y el exceso de vida social.
Pero además de las presiones externas que sin duda son reales, quizá lo más importante a la hora de sentirnos ansiosos sea el modo en que nuestra propia mente procesa esos estímulos. Habría una especie de goce masoquista en la preocupación constante. Ya en el siglo XVII, Blas Pascal había dicho, sobre esto: “Toda la infelicidad del hombre radica en su incapacidad de estar solo en su cuarto”.
Pero la ansiedad de la que hablamos aquí no es la que necesita tratamiento médico, es decir, no es la que genera ataques de pánico, náuseas e impide el curso normal de la vida. Se trata, más bien, de una ansiedad en principio manejable, cuyos efectos son más bien leves. En este caso, es posible mediante algunos ejercicios reducir la ansiedad, recuperando al menos un poco de paz interior. No hay que olvidarse de que nuestra mente también requiere atención y cuidado.
Olvídate de tus preocupaciones por un momento con estos sencillos ejercicios
Aunque a veces nos parezca imposible, no debemos dejar de pensar que somos capaces de hacer cosas fuera de lo común. Entre ellas está la capacidad de devolvernos la tranquilidad en momentos de estrés.
1. En primer lugar, la meditación. Todos la conocemos. Con 10 minutos es suficiente para calmar nuestra ansiedad. Lo mejor para llegar a un buen estado de relajación es repetir un mantra propio o frase corta. Lo importante no es tanto el contenido de nuestras palabras sino concentrarnos más bien en el sonido que emitimos, sin prestar atención a otra cosa.
Lo más corriente es repetir la famosa sílaba “Om”, que se halla incluso en los libros sagrados de la religión hindú. Pero no es obligatorio: puedes decir lo que te siente mejor. Mientras puedas enfocarte en el sonido de tu voz y respirar profundamente, estarás en condiciones de llegar al estado de tranquilidad mental y corporal que tanto deseas.
2. Pero si no sientes que la meditación no es lo tuyo, existe otro ejercicio bastante sencillo y efectivo: la relajación progresiva. Esta consiste en la contracción y relajación de los músculos del cuerpo a lo largo de determinado tiempo. Lo primero y principal es ubicarse en algún lugar con poca luz y tomar la posición más cómoda, que en general es acostado. Lo que sigue es contraer durante 5 segundos los músculos y relajarlos progresivamente, aproximadamente durante 10 segundos. Se debe repetir este proceso tres veces.
Lo indicado es empezar por los músculos más alejados de la cabeza, es decir, los de los pies. Después hay que continuar por las pantorrillas, las muslos, los glúteos, los abdominales, el pecho (juntando las manos y haciendo fuerza con los brazos), el cuello y los hombros. Por último, hay que realizar el ejercicio en las manos y los antebrazos, aunque también se debe practicar en el rostro: ojos, boca y frente.
3. Como tercera opción se encuentra la visualización. Esto requiere simplemente poner la imaginación en funcionamiento para pensar en algún lugar especial que nos haga sentir tranquilos y en paz con nosotros mismos. Lo ideal es concentrar la atención en todos los detalles posibles del lugar que imaginamos. Al cabo de un rato ya debería ser posible relajarse y olvidarse por un tiempo de la ansiedad y las preocupaciones.