Buenas prácticas que marcaron tendencia en performances navideñas de los grandes centros urbanos del mundo, demuestran que se puede ser sostenibles sin perder encanto
En el mes de diciembre, cada año las ciudades del mundo se visten de verde, rojo y dorado con las avenidas plagadas de cascadas de luces para atraer al turismo; también en hogares, tiendas y avenidas se instalan los árboles de Navidad más asombrosos pero donde hubo mucha emoción navideña también hay grandes niveles de consumo y desperdicio.
En los principales centros urbanos del mundo, el nivel de basura generada se supera año tras año con creces debido al gran desperdicio de comida, el volumen de basura de los envoltorios y materiales de packaging, sobre todo de plásticos. Sin considerar el consumo energético de electricidad para alimentar todos esos artilugios de luces a gran escala.
Tomar conciencia ambiental en estas fiestas es importante, por eso desde hace varios años en algunas ciudades cosmopolitas comenzaron a diseñar estrategias sostenibles para aplicar en las decoraciones navideñas que adornan edificios y calles.
La alcaldía de Brisbane, ciudad localizada en el estado de Queensland (Australia), en 2009 generó asombro a ciudadanos y turistas con la instalación de un árbol navideño de 21 metros cubierto de luces y de 250 borlas rojas, cuya iluminación se alimentaba de energía renovable.
Lo más novedoso de su funcionamiento fue que la enorme estrella situada en su extremo superior servía de aparato colector de energía solar y generaba 50 amperes por hora, que sustentaron de electricidad las 16.000 lámparas que componían toda la instalación festiva.
En 2018, la ciudad de Madrid (España) cubrió de luces LED sus principales calles, una verdadera malla de 7 millones de lámparas bajo consumo recorrían de punta a punta los carriles, como circuitos integrados dentro de un chip.
Toda una visión de Navidad futurista diseñada por arquitectos españoles, que luego fue superada en 2019 con la performance navideña de Alcalá, que imitaba el cielo madrileño a través de sus luces LED.
Nueva York (Estados Unidos) tiene la festividad navideña más cosmopolita, con el clásico ícono de la película “Mi Pobre Angelito” en el Rockefeller Center Christmas Tree Lighting frente a su característica pista de patinaje.
En 2019, el Rockefeller Center instaló su tradicional árbol gigante de luces multicolores con más de 50.000 lámparas LED que tradicionalmente se enciende justo el día después de acción de Gracias y se desmonta los primeros días de enero.
En esa oportunidad, luego de su desmantelamiento el árbol fue convertido en madera destinada para una ONG que construye casas con fines sociales.
En 2008, Barcelona (España) recibió la temporada navideña con la inauguración en el Mercat de Santa Caterina de seis árboles metálicos de 11 metros de altura, cuyas pequeñas luces LED funcionaban totalmente con energía solar durante el día y se encendían por la noche.
Dos de las seis estructuras metálicas se iluminaban por un mecanismo de generación de electricidad por pedaleo de los ciudadanos, quienes se ofrecían voluntariamente para comprobar el mecanismo.
El suministro además se garantizaba con la captación de luz solar a través de placas solares colocadas en las hojas sintéticas de los árboles, que permitían la recarga de energía para potenciar la acción generada por las bicicletas.
En 2018, el tradicional árbol de Navidad de Piazza Duomo, junto a la catedral de Milán (Italia), por primera vez fue realizado íntegramente con criterio ecológico y pensado para su posterior desarmado y reciclado.
La estructura cilíndrica de metal tenía 37 metros de altura y 14 metros de diámetro, estaba completamente iluminada por luces LED y fue escenario de iniciativas culturales y solidarias en su interior con capacidad para más de 100 personas.
Este año, donde la pandemia del Covid-19 golpeo al mundo entero y debido a las medidas de seguridad que han tenido que tomar las ciudades para proteger a sus habitantes, las decoraciones de navidad han sido más austeras, como también se han evitado la realización de eventos que en estas fechas son frecuentes.
La temporada navideña para todos los ciudadanos del mundo representa nacimiento de nuevos tiempos de reflexión, solidaridad, redención y gratitud; pero también podemos considerar que cada Navidad sea una encantadora celebración a la sostenibilidad.
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