Además de los consabidos efectos del cambio climático, existe uno que tiene que ver directamente con nuestro ciclo de sueño y vigilia, puesto que éste depende en gran medida del clima, por más extraño que parezca. Pero, ¿de qué manera?
Un buen descanso es ideal para llevar adelante una vida saludable, y a pesar de ello, casi todos pasamos por momentos de agitación en los que dormimos mal o directamente no dormimos: un signo de nuestros tiempos. Intentamos de todo, pero pareciera que mientras más nos esforzamos por lograr dormirnos en la noche, peor es.
Contrariamente a lo que indica la lógica, llegar cansados a casa luego de un extenuante día de trabajo y de una noche sin dormir no nos garantiza que podamos conciliar el sueño, puesto que la sobre-estimulación de los dispositivos tecnológicos y la ansiedad por las tareas pendientes y otras preocupaciones vuelven a dificultar nuestro sueño una vez más. Pero estos no son los únicos factores que alteran nuestro descanso. De hecho, hay un elemento de la ecuación que quizá no estemos teniendo en cuenta.
Además de los consabidos efectos del cambio climático, existe uno que tiene que ver directamente con nuestro ciclo de sueño y vigilia, puesto que éste depende en gran medida del clima, por más extraño que parezca. Pero, ¿de qué manera?
Según la ciencia, el sueño y el calor no son buenos compañeros
Hay algo que todos experimentamos en cierto momento del año y que es perfectamente normal, esto es: dormir mal en verano. No solo nuestro sueño se ve interrumpido a lo largo de la noche por culpa del calor, sino que terminamos despertándonos antes de que suene la alarma. Ahora bien, el calentamiento global podría hacer que esto se vuelva aun más problemático.
De una u otra manera, todos sabemos que el calor afecta nuestro sueño. En concreto, cada vez que la temperatura supera los 30 grados, perdemos 14 minutos de sueño cada noche. Según las proyecciones realizadas por un grupo de científicos a partir de un masivo estudio llevado a cabo sobre 47.000 sujetos de 68 países diferentes, para el año 2099, a causa del calentamiento global, ese promedio de pérdida de sueño podría variar entre 50 y 58 horas anuales.
Y sin embargo esto no es lo peor, puesto que dormir mal o no dormir tiene consecuencias más severas que pasar el día cansado. Cuando no tenemos un buen descanso durante la noche, o directamente no dormimos, podemos sufrir apnea del sueño, EPOC, cefaleas, depresión, bipolaridad, dermatitis atópica y problemas alimenticios. Por otra parte, quienes más padecerán los efectos de la falta de sueño serán los habitantes de países en desarrollo, los adultos mayores y las mujeres.