Chao Plástico del Mar es un proyecto de economía circular en Colombia, que genera trabajo y libera del plástico las costas del Pacífico. Su propuesta gana cada vez más adeptos.
Una pieza menos de plástico en la playa es una vida más. En las playas colombianas es muy frecuente encontrar peces y crustáceos atrapados en botellas de plástico o envoltorios, mientras que muchas aves marinas pierden la vida por alimentarse del microplástico que queda en suspensión en el mar.
Frente a este oscuro panorama, surgió Chao Plástico del Mar, una ONG comprometida con la causa de la eliminación de los residuos plásticos en las playas del Pacífico. Pero no sólo eso, además ayuda a crear fuentes de trabajo para las comunidades locales y concienciar sobre la conservación de la biodiversidad marina.
El proyecto nació en 2018. Por entonces, había grupos de voluntarios que se reunían por iniciativa propia para limpiar las playas. Felipe Solarte Álvarez, fundador de la ONG, notó que muchos de ellos se dedicaban a esta tarea con regularidad e invitaban a sus amigos a conocer los lugares donde realizaban las actividades. Y una idea se iluminó.
La gestión cultural de los recursos -tanto humanos como materiales- y la valoración del trabajo de los jóvenes participantes les llevó a diseñar el voluntariado como parte de una experiencia de ecoturismo, generando la oportunidad para concienciar sobre la contaminación de los ecosistemas marinos. Así, se formó Chao Plástico del Mar.
“El Pacífico colombiano está lleno de una riqueza en biodiversidad, paisaje y naturaleza que atrae muchas personas, y la gente del interior del país quiere conocer las playas. Son ecosistemas y lugares de película, por decirlo así. La combinación de mar y selva es encantadora”, expresó María Verónica Rodríguez, directora de Comunicación de la ONG. Y sí, vale la pena todo esfuerzo por cuidarlos.
Chao Plástico se apoya en cuatro pilares: limpiar playas, turismo con propósito, transformar residuos en madera plástica y concienciar sobre el cambio climático.
Para poder llevar adelante inconmensurable trabajo, la organización ambientalista encontró la manera de financiarse mediante el ecoturismo y la fabricación de madera plástica en sus propios talleres, donde se aprovecha cada residuo que recuperan de las costas durante unas creativas jornadas de limpieza.
La pandemia obligó a la organización a suspender las actividades durante varios meses, pero la vida del mar no puede esperar y la polución plástica no se toma vacaciones, por lo que todas las excursiones de limpieza se reanudaron a fines del mes de octubre.
¿En qué consiste la propuesta de Chao Plástico? Es una experiencia que dura 72 horas. Durante esos días, los participantes se hospedan en cabañas, posadas u hoteles locales y estrechan contacto con los habitantes de esas comunidades. Y se limpia: “Hay una jornada dedicada enteramente a la limpieza de las playas y a la educación ambiental. Les enseñan a separar los residuos y reconocer las clases de plástico que existen y el impacto de esa terrible contaminación en los ecosistemas, en las especies marinas y en los humanos”, explica Verónica.
Un momento clave para estas jornadas de voluntariado es la visita al taller de trabajo, para conocer las máquinas que se utilizan en el proceso de trituración del plástico recolectado. Allí se explica cómo es la producción de la madera ecológica.
Parte esencial de la experiencia es la conexión con la naturaleza razón por la cual el resto de las jornadas están dedicadas a conocer y disfrutar de los lugares donde se realiza la actividad ambiental.
A una acción le sigue una reacción. O varias, como en este caso. Porque gracias a la iniciativa sostenible de Chao Plástico se genera una red de trabajo importante en la región: muchas veces sus habitantes ofician de guías para los grupos de visitantes e incluso surfistas locales dan clases para ellos.
“Nosotros guiamos, pero son los mismos pobladores quienes nos llevan y encabezan la actividad. La importancia de todo esto es que estamos colaborando con la economía de esas comunidades. Pagamos por todos estos servicios: guía, hospedaje y alimentación y todos se brindan localmente”, manifestó la directora de Comunicación en diálogo con Ecocultura.
En algunas excursiones se incluyen también actividades de senderismo ecológico en la selva y la visita a los “charcos” (pequeñas caídas de agua) que se encuentran en ella. Además, de julio a septiembre suelen organizarse salidas de avistamiento de ballenas y fitoplancton.
Si hasta este punto de la experiencia el contingente quedó maravillado, con los paseos por los manglares llegan a enamorarse por completo: sectores de vegetación flotante que sirven de refugio para el 80% de la fauna costera. Son los protectores de la biodiversidad por excelencia.
El aspecto de estos verdaderos colchones de raíces es magnético. Pero al mismo tiempo puede ser muy triste ya que en cada vaivén del mar contra los manglares, sus raíces quedan plagadas de basura plástica. Lamentablemente, este ecosistema ha sido sumamente afectado y la gravedad del problema es preocupante.
Otro efecto del trabajo de Chao Plástico es el destino que se les da a los productos de ecomadera que fabrican. “Todo el plástico que recolectamos de las playas lo transformamos en madera plástica. Muchas personas y entidades públicas quieren trabajar con nosotros para renovar el mobiliario de la ciudad», contó Verónica.
Las principales líneas de productos son juegos para plazas, decks, sillas materas, bancos de plaza y mobiliario urbano y corporativo. Próximamente estarán trabajando en un sitio web para poder difundir la actividad de Chao Plástico del Mar.
Muchas empresas y alcaldías se han solidarizado con este proyecto, siendo los mayores compradores, aunque recientemente también sus productos han sido adquiridos por particulares.
Un dato es sorprendente que evidencia la solidez del proyecto es que actualmente cuentan con una producción mensual de ecomadera de entre 25 a 30 toneladas mensuales.
Además, Felipe Solarte Álvarez informó a Ecocultura que han establecido una alianza con Reva. La empresa que se dedica a la revalorización de residuos y disposición final de residuos post industriales, lo cual hace posible el procesamiento de los plásticos extraídos con máquinas propias y mano de obra de la empresa.
“Nosotros producimos con una parte que sacamos de las playas y con otra parte de material que la empresa aliada no encontraba cómo aprovechar porque son empaques y envolturas que tienen trazos de aluminio. Y la única manera de reutilizar este residuo es a través de la madera plástica”, indicó el director de Chao Plástico.
Otras personas que trabajan en la entidad son jóvenes diseñadores que aportan diversos proyectos de diseño de mobiliario. También cuentan con la ayuda de un empresario dueño del Hotel Magüipi que les brinda beneficios para el alojamiento de los voluntarios.
“Siempre estamos sumando emprendedores en cuya cadena de producción para diversos productos incorporan el plástico reciclado; jóvenes con inquietudes ambientales que presentan diversos proyectos; investigadores de biología marina. Buscamos nutrirnos de todo”, destacó Verónica Rodríguez.
Un inconveniente que se presenta a la hora de ampliar la actividad de Chao Plástico es la falta de plantas procesadoras o talleres en otros puntos del país. Esto hace que la basura plástica que aportan muchas personas desde las ciudades deban recorrer grandes distancias, generando una considerable huella de carbono.
“En este momento sólo trabajamos en el Pacífico de Colombia, pero queremos replicar este modelo en todas las as playas del país y poder contar con plantas transformadoras de plástico. También poder establecer alianzas en el Caribe y en la Costa Atlántica», aseguró la vocera de la organización.
Un punto a favor es que un nuevo actor se ha sumado recientemente para potenciar la obra de Chao Plástico del Mar. En diciembre celebraron un convenio con la Alcaldía de Cali para abastecer un proyecto de renovación urbana de espacios públicos con material reciclado.
De a poco, las actividades de la ONG se van extendiendo a otros sectores costeros y balnearios fuera del Estado de Buenaventura. Recientemente han hecho intervenciones ecológicas en Chocó, Pornuqui, Bahía Solana, Ladrilleros, Piangüita y Juanchaco.
Devolverle la magia a la naturaleza, salvar vidas de especies marinas y convertir el problema de la contaminación plástica en una oportunidad son los principales objetivos de esta agrupación de jóvenes que impulsan este modelo de turismo con propósito, educación ambiental y transformación de residuos bajo el esquema de la economía circular.
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