El concepto hace referencia al funcionamiento de las ciudades como organismos vivos. Elaborar políticas ambientales fuera del modelo de explotación, consumo y desecho es más necesario que nunca.
¿Sabías que el 70% de los recursos del planeta y dos tercios de la energía se consumen en las grandes ciudades? Además, en estos puntos de alta densidad demográfica se produce la mayor emisión de gases de efecto invernadero y la contaminación del aire alcanza niveles de toxicidad peligrosos para la salud.
Desde la teoría del metabolismo urbano circular -un concepto que está muy relacionado a la economía circular– experta en ciencias ambientales Claudia Pabón propone reflexionar sobre una nueva forma de habitar los territorios en sincronía con los ciclos de la naturaleza.
Suena complejo, ¿verdad? Pero en ejemplos de Europa, Latinoamérica y Asia podemos observar buenas prácticas sostenibles que deben ser pensadas desde la planificación urbana.
Metabolismo urbano circular, un concepto sostenible
En un organismo vivo se producen cambios y reacciones químicas que hacen posible las funciones biológicas para su supervivencia. El metabolismo urbano circular plantea un funcionamiento similar para los centros cosmopolitas.
“El metabolismo circular urbano es un concepto que hace referencia al funcionamiento de las ciudades como organismos vivos que consumen, metabolizan y excretan, respiran, distribuyen y se protegen”, explicó Pabón en una entrevista con la fundación chilena Mar Adentro.
Siguiendo este esquema, es posible medir la cantidad de recursos y energía que se utiliza en los procesos de extracción, uso y desecho para optimizar el funcionamiento sostenible y minimizar el impacto negativo de las urbes.
Este balance permite establecer prioridades de intervención dentro de las políticas estatales, pensadas para crear ciudades sin residuos. Es decir, todo volvería a reutilizarse en mecanismos circulares, que abastecerían otras necesidades, haciendo posible el funcionamiento de la ciudad.
La teoría del metabolismo urbano circular se basa en nociones del artículo científico “El metabolismo de las ciudades”, publicado por Abel Wolman en la revista de divulgación científica Scientific American en 1965.
Gestión de un cambio cultural sostenible
Aplicar el modelo de metabolismo circular nos llevaría a gestionar las ciudades como se atiende las necesidades bajo un esquema de salud pública: atendiendo los puntos más “enfermos”. Es decir, donde hay mayor contaminación y falta de recursos con generación de energías limpias y reutilización de residuos con biomasa.
Pero el punto central para poder avanzar en este esquema requiere el compromiso estatal, de un cambio cultural en la mentalidad de los ciudadanos y de la voluntad empresarial.
Ejemplos en Europa, Latinoamérica y Asia
Actualmente, existen distintos países del mundo donde se aplica la lógica del metabolismo circular urbano. Se materializa en políticas de estado serias respecto al tratamiento de residuos, el reciclaje, en el diseño y construcción de edificios públicos y viviendas o en el ahorro de energía.
- Países Bajos. Este país ha elaborado una estrategia de economía circular 2020-2025, cuyo objetivo es reducir el uso de materias primas al 50%, que incluye a la industria de la construcción. Además, entidades estatales y universidades crearon un sistema de prototipado de soluciones que aporten a las necesidades que va planteando la economía circular para agilizar su aplicación en cualquier ámbito.
- Chile. Se ha establecido el objetivo de reducir para el 2040 el nivel de residuos domiciliarios que van a parar al relleno sanitario, del actual nivel del 96% al 10%. El fomento de la construcción sostenible es también otro de los ejes de un trabajo conjunto con entidades del sector privado. Otro proyecto a largo plazo, pero que cada vez gana más impulso, es la eliminación de plásticos de un solo uso.
- China. Desde 2019, el gobierno chino está intentando reestructurar su economía para reducir el impacto de su huella de carbono, apuntando a la eficiencia energética. Para esto, se plantean innovaciones en infraestructura de servicios como agua potable, sistemas de producción agrícola y de la industria de la construcción.
Impulsar el cambio cultural necesario para el establecimiento de un estilo de vida más sustentable en las ciudades será fundamental. Esto se manifiesta a través del apoyo a todo proyecto o emprendimiento que desaliente viejas prácticas contaminantes de la economía extractivista para adoptar la economía circular.