Estudiantes holandeses crearon un coche eléctrico deportivo con materiales reciclados. ¿Quién dijo que el diseño sostenible no puede tener estilo y elegancia?
Preocupados por la cultura del usar y tirar, un equipo de 22 estudiantes holandeses de la Universidad Tecnológica de Eindhoven busca revolucionar el mercado automovilístico con Luca, un prototipo de automóvil eléctrico fabricado con materiales reciclados como botellas PET y plásticos ABS (Acrylonitrile Butadiene Styrene) -que son muy resistentes a los impactos-, plásticos provenientes de los océanos y desechos orgánicos.
El proyecto se desarrolló en alianza con la empresa israelí de conversión de residuos UBQ, que se dedica a triturar y procesar desechos orgánicos e inorgánicos para producir pellets, pequeñas bolitas que sirven de materia prima para la fabricación de productos reciclados como este vehículo eléctrico.
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Totalmente ecológico sin perder el estilo
Lo asombroso de Luca es que su seductor estilo deportivo se ha conseguido con una composición 100% ecológica de cada una de sus partes. Una pieza central de su chasis, por ejemplo, se obtuvo a partir de un tubo de aluminio reciclado, y otros componentes fueron elaborados a base de residuos domésticos como restos de hamburguesas, cáscaras de bananas o pañales desechados.
Su interior también es producto de un increíble trabajo de diseño sostenible, ya que sus asientos están realizados con un material que combina fibras de coco y pelo de caballo; mientras que parte de la tela de los cojines fue confeccionada con PET procesado y reciclado. Incluso el tono oscuro de sus ventanas proviene del tratamiento de los residuos reciclados.
Sobre su mecanismo técnico, se base en una verdadera reingeniería sostenible al integrar dos motores eléctricos que le confieren un peso de 360 kilogramos sin baterías, permitiendo alcanzar una velocidad máxima de 90 kilómetros por hora y una autonomía de 220 kilómetros.
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Con Luca como modelo, es posible pensar en un futuro no muy lejano en el que los coches eléctricos reemplacen a los de combustión y en el que los desechos sean un material valioso para todo tipo de aplicaciones. El camino hacia un transporte sostenible viene de la mano de la industria del reciclado químico y la reutilización de los desechos orgánicos e inorgánicos.