Conocer los compuestos químicos de las distintas clases de pilas que se comercializan te ayudará a tomar decisiones más responsables con el medioambiente.
Las pilas y baterías nos ofrecen lo que se suele llamar autonomía electrónica, que no es otra cosa que poder utilizar un dispositivo electrónico sin la necesidad de tenerlo conectado a la corriente eléctrica mediante un cable.
Imaginemos lo engorroso que sería un cable cuando pensamos en linternas, teléfonos móviles o relojes de pulsera. Está claro que su uso nos ofrece ventajas de las que es muy difícil prescindir.
Entonces, la cuestión no pasa por si las debemos seguir usando o no, sino por nuestra responsabilidad como consumidores. Hay cuestiones a tener en cuenta al momento de su elección, de su correcto uso y de su adecuado manejo una vez que cumplen con su vida útil.
Las pilas contaminan y mucho. Están fabricadas con compuestos químicos, muchos de los cuales son metales pesados que al liberarse al medio producen mucho daño a prácticamente todo lo que se les cruza.
¿De qué están hechas las pilas?
Existe una gran variedad de pilas y de baterías, pero todas funcionan con los mismos principios básicos de reacciones químicas. Estas permiten generar una moderada cantidad de energía eléctrica, pero suficiente para poner en funcionamiento los aparatos en donde se las utiliza.
Sin embargo, no todas están fabricadas con los mismos materiales ni tienen la misma calidad. Y además está el tema de la reversibilidad o no de dichas reacciones químicas, lo cual determina si pueden ser recargadas o no una vez que se agotó su capacidad de generar electricidad.
Existe además una gran variedad de formas de clasificarlas, pero la que más nos importa es la que las separa según sus compuestos químicos. Y es que en base a eso podremos tomar decisiones más responsables al momento de elegir con qué pila quedarnos.
De todos los compuestos con potencial riesgo para el ambiente hay tres a los que debemos prestar más atención: el mercurio, el níquel y el cadmio. Estos son los que se encuentran en concentraciones suficientes como para provocar un verdadero problema en caso de que sean liberados de la pila.
Consejos a la hora de elegir las pilas
Entonces, sin entrar en tecnicismos ni complicarnos demasiado, pensemos en algunas consideraciones simples al momento de tomar la decisión respecto a qué pilas comprar.
Muchas veces nos vemos tentados a comprar pilas de marcas desconocidas que resultan ser más económicas. Pero es sabido que estas tienen una vida útil mucho más corta que las de calidad, por lo que deberemos reemplazarlas más frecuentemente generando así más residuos contaminantes.
Además, este tipo de pilas -junto con las ilegales- son las que suelen tener las mayores concentraciones de compuestos tóxicos y las que poseen las carcazas más propensas a dejar escapar dichos componentes. En lo posible, entonces, tratemos de conseguir pilas de buena calidad.
Siempre que tengamos la posibilidad de elegir entre pilas descartables o recargables no hace falta pensar mucho para entender cuál es la mejor opción. Son más caras y necesitamos conseguir también el cargador, pero a la larga resulta mucho más económico y también beneficioso para el medioambiente la elección de las pilas recargables.
También existen en el mercado pilas libres de mercurio que, si bien tienen el potencial de contaminar, claramente su daño será menor gracias a la ausencia de dicho metal.
Resumiendo, siempre es mejor utilizar, en lo posible, pilas de buena calidad, recargables y libres de mercurio.
Otras consideraciones a tener en cuenta
Por último, resta decir que de nada servirá una buena elección de pilas si al final de su uso terminamos arrojándolas junto con el resto de los desechos del hogar.
Las pilas y baterías no deben terminar en los botes de basura, necesitamos llevarlas a los centros de reciclaje presentes en nuestras comunidades. Aunque es allí donde los Estados muchas veces fallan.
Es imprescindible que los gobiernos faciliten los medios necesarios para un correcto reciclado o disposición final de estos elementos. De nada sirven nuestros esfuerzos si este último eslabón no está presente.
Las pilas no deben terminar en basureros, ni en cuerpos de agua ni mucho menos ser incineradas. Es el Estado el que debe garantizar que esto no suceda.
Pero en el mientras tanto, nosotros como consumidores responsables podemos tomar decisiones inteligentes para mitigar el impacto inevitable de su uso.