Aruká era el último hombre Juma, pueblo que fue masacrado en el siglo XX por productores del Amazonas. Ahora luchan por preservar su legado cultural.
La pandemia por coronavirus sigue dejando cicatrices en la humanidad. Esta vez, el Covid 19 se llevó al último hombre de un tribu del Amazonía, en Brasil. Se trata Aruká, quien era el último representante del pueblo Juma.
Se desconoce la edad que tenía, se cree que entre 86 y 90 años. En su vida, vio cómo se apagaba la llama de los Juma. A principios del siglo XX, unas 15.000 personas formaban parte de esta comunidad indígena. En la década de los 90 ya apenas quedaban seis.
Los jumas fueron diezmados por el avance del la industria sobre el Amazonas. Principalmente, fueron masacrados por productores de caucho. La última matanza documentada del pueblo Juma data de 1964, cuando los productores aniquilaron a decenas de estos indígenas para quedarse con sus tierras.
Además, muchas enfermedades mortales hicieron que cada vez quedaran menos integrantes de esta etnia, hasta que solamente quedó la familia de Aruká, quien finalmente murió por coronavirus.
El deceso de Aruká se dio en un hospital de Porto Velho, capital del estado amazónico de Ronodonia. Allí estaba internado este indígena desde el 2 de febrero, cuando se complicó el cuadro de su enfermedad.
Desde la Coordinación de las Organizaciones Indígenas de la Amazonía Brasilera (COIAB) indicaron que la aldea donde vivía Aruká con su familia estaba dentro del plan de tierras amparadas por barreras sanitarias para impedir la llegada de la pandemia.
Los especialistas no se explican la falta de controles para ingresar a los territorios indígenas y proteger a toda esta gente del SARS-Cov-2. La aldea donde vivía Aruká está bastante lejos de centros urbanos. En la zona, aseguran que faltó protección por parte del Estado que dirige Jair Bolsonaro.
Aruká era un luchador por la preservación de la cultura y el territorio de su pueblo. Desde la COIAB destacan que en 2004 consiguió la demarcación de tierras indígenas de su tribu, a pesar de que la mayoría de los miembros de la comunidad había sido exterminado el siglo pasado.
En un sistema patrilineal de linaje, solo los descendientes hombres son los que traspasan los apellidos y pertenencias a un determinado pueblo. Aruká era el último hombre de los Juma.
El hombre tuvo tres hijas que se casaron miembros del grupo indígena Uru Eu Wau Wau, por lo que sus nietos pertenecen a esa otra comunidad. Ante la falta de descendientes, los nietos de Aruká decidieron identificarse con las dos comunidades.
Bitaté (20), uno de los nietos, indicó que la cultura Juma no desaparecerá y que ellos van a continuar con la tradición de su pueblo. La misma postura expresó Kuaimbú (15), primo de Bitaté.
Los apellidos de estos jóvenes son los nombres de ambas comunidades indígenas, y ahora tienen la responsabilidad de proteger de la extinción el legado cultural del pueblo de su abuelo.
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