Las sequías, los huracanes y el coronavirus complican la subsistencia de las casi 10 millones de personas que habitan en el Corredor Seco de Centroamérica.
Casi nueve millones de personas están al borde de la hambruna en Centroamérica. Las condiciones meteorológicas habituales de la región y el cambio climático hacen cada vez más difícil la subsistencia en un área donde la mayoría depende de cultivos.
Este sector es conocido como el Corredor Seco de Centroamérica y comprende el extremo sur de México (departamento de Chiapas), Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, el noroeste de Costa Rica y una porción de Panamá.
Estos números fueron revelados por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). El dato que preocupa es que a medida que pasan los años, mayor es el número de familias al borde de la hambruna.
En 2018, eran dos millones de personas las que se encontraban en condiciones de inseguridad alimentaria en el Corredor Seco. En 2020, este número trepó hasta los casi 8,5 millones. Las causas están relacionadas a fenómenos naturales de la región, al cambio climático y a la pandemia por coronavirus.
Las proyecciones que realizan diversos organismos humanitarios no son buenas. Se estima que, de mantenerse esta tendencia, el 100% de los habitantes del Corredor Seco de Centroamérica estarán al borde de la hambruna en pocos años (poco más de 10 millones de personas).
El arroz, los porotos o el maíz son los cultivos que dominan esta geografía. Las personas que habitan el Corredor Seco las utilizan porque no necesitan mucha agua para su crecimiento, pero la realidad es que entre sequías y huracanes, el trabajo de la tierra ya no garantiza su alimentación.
El Corredor Seco de Centroamérica tiene unos 1.600 kilómetros de largo por 400 de ancho y una particularidad climática: prolongados periodos de sequía provocados por la Corriente del Niño. En los últimos años, la época sin lluvias llegó a extenderse más de lo habitual.
Estos periodos secos más prolongados son adjudicados al cambio climático. Para peor, cuando llega la temporada húmeda las malas condiciones para la vida de estas personas no cambian: el Corredor Seco está en una zona de huracanes.
Durante el 2020 se registró un récord de temporales tropicales, al tiempo que los huracanes que llegaron a impactar en tierra (Iota y ETA) tuvieron un alto poder destructivo.
El coronavirus, por otro lado, es otro de los factores que agudiza los problemas del corredor. La pandemia ha afectado a las fuentes laborales de las familias, que mayormente viven de la agricultura.
La falta de trabajo está provocando también que los jóvenes elijan dejar la zona. Para muchos, una posibilidad son las grandes ciudades de estos países mencionados. Para otros, la única salida es migrar hacia los Estados Unidos a pie, generando las grandes caravanas de personas que buscan huir de la pobreza y el hambre.
El panorama en el Corredor Seco no es alentador. Desde la ONU advierten que son necesarias acciones conjuntas entre gobiernos y organismos para darle un respiro a la mala vida de estas personas. Aunque hay varias acciones que se están llevando adelante todavía no son suficientes para paliar el hambre.
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