Indudablemente, el Smart Working se ha vuelto un hábito bastante establecido, en gran parte por su comodidad. De hecho, cada vez más personas prefieren el trabajo remoto. Pero, ¿sabemos si realmente es tan conveniente?
La pandemia ha modificado y establecido muchos aspectos de nuestra vida cotidiana. Han pasado tan sólo dos años y, no obstante, nuestra vida antes del Covid pareciera ser verdaderamente un recuerdo lejano. La gente, las discotecas, las mascarillas, pero principalmente el trabajo han adoptado un cariz totalmente diferente.
La necesidad nos ha impulsado y obligado a adaptar el trabajo de una manera “inteligente”, y la comodidad de esta solución ha hecho el resto. El Smart Working es una modalidad de trabajo muy bien acogida y buscada cada vez con más frecuencia. Estar en casa, poder levantarse más tarde -sobre todo los que se trasladan al trabajo-, incluso los grandes montos de dinero ahorrado en gasolina, entre otros, son algunas de las ventajas que reciben los trabajadores.
Desde luego las tareas y obligaciones siguen siendo agitadas, pero tener la posibilidad de hacer todo en tu círculo personal en cierta medida facilita las cosas. Por supuesto, las cosas se complican cuando tienes familia. Entre las tareas domésticas y las demandas más extrañas de los niños, no es sencillo estar todo el tiempo concentrado.
Pero hay otros factores a tener en cuenta. ¿Sabemos, acaso, si el Smart Working es siempre conveniente, particularmente para nuestras boletas? Veámoslo a continuación.
¿Es el Smart Working un buen aliado para las boletas?
El Smart Working asegura que tu computadora esté encendida todo el día. Como sabemos, el ordenador es la principal herramienta del home-office. Justamente por esa razón, el ordenador debe permanecer la mayor parte del tiempo enchufado a la corriente, para evitar correr el riesgo de que se apague de golpe y se pierdan así las últimas entradas elaboradas e ingresadas con tanto esfuerzo. Del mismo modo ocurre con el módem WiFi.
Todos esto, por su parte, tiene un costo que recae directamente sobre nuestra boleta y no sobre la del empleador que termina ahorrándose, además del alquiler del local, la energía eléctrica que ahora corre por nuestra cuenta. Por estos motivos, no es justamente lo más conveniente seguir en la modalidad Smart Working, especialmente si tenemos en cuenta la gran suba en los precios de la electricidad.
Un ordenador fijo, de hecho, consume en promedio de 65 a 250 watts, mientras que un portátil de 15 a 60, bastante menos. Pero cuanto más sube la calidad del ordenador, más energía necesita: su consumo puede llegar hasta los 400 w para un PC fijo de alta gama como los que utilizan los diseñadores gráficos.