Conoce los datos más curiosos de los tarseros, unos de los primates más pequeños del mundo. Lamentablemente, se encuentran en peligro de extinción.
Si los ojos son las ventanas del alma, estos pequeños lo demuestran todo con una mirada. El aspecto de un tarsero es, por lejos, conmovedor por su fragilidad, enorme reflejo de sus ojos y su tranquilidad.
El mejor lugar para conocer estos preciosos primates es el Santuario de Tarseros en Corella, en la isla filipina de Bohol, donde se ha dado verdadera prioridad a la conservación de este animal que alcanza tan solo 16 centímetros en edad adulta.
Al igual que los murciélagos, se comunican por ultrasonidos, lo cual les permite interactuar entre ellos y pasar desapercibidos de sus depredadores. ¡La frecuencia de los sonidos que emiten escapa incluso a la percepción humana!
La sensibilidad que posee este pequeño puede poner su vida en riesgo ya que no soportan la vida en cautiverio, y los sonidos y las luces intensas lo estresan a tal punto que puede sufrir un paro cardíaco e incluso cometer suicidio.
Testigos de la historia natural de los mamíferos
Según una investigación publicada en la Revista Science, los tarseros se encuentran entre los animales más antiguos del mundo. Existen desde la aparición de los primeros mamíferos. Por eso, los científicos consideran que su manera de comunicarse fue desarrollada para evitar que los dinosaurios los encontraran.
En Bohol, su preservación es urgente debido a la destrucción de su hábitat por acción de la deforestación, el avance de la frontera urbana sobre la natural, la caza y el tráfico ilegal para comercializarlos como mascotas.
Si vas a Filipinas, visitar su reserva de ocho hectáreas contribuirá a mantener este refugio que alberga a poco más de un centenar de ellos. Viven en semilibertad, por eso para evitarles estrés, deberás mantener silencio, evitar sacar fotografías o tocarlos.
Pequeños tarseros, grandes ansias de libertad
Un tarsero apenas cabe en la palma de la mano de un humano. Sin embargo, tiene un anhelo de libertad inmenso. Su natural comportamiento lo impulsa a recorrer grandes kilómetros y puede pegar saltos de hasta cinco metros de altura.
Otro dato increíble es su vista casi biónica: puede ver en la oscuridad, lo cual le permite defenderse de sus atacantes, entre ellos murciélagos, salamandras o serpientes. ¡También pueden girar la cabeza 180 grados!
Estas cualidades otorgan al tarsius syrichta un instinto de supervivencia prehistórico tan desarrollado que la especie ha permanecido prácticamente inalterada durante 45 millones de años.
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