Los endulzantes artificiales sirven como sustituto del azúcar. Pero aún no hay certezas de cuáles son los efectos para la salud.
El exceso en el consumo de azúcar es un serio problema para la salud. Frente a esto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que no debe ser mayor a 25 gramos al día para un adulto promedio que lleva una dieta de 2.000 calorías.
Pero, en la práctica, gran parte de la población consume alimentos ultraprocesados y desconoce la cantidad de azúcar que ingiere diariamente porque los etiquetados no son claros.
Por esa razón, los endulzantes artificiales se han presentado como el sustituto ideal para satisfacer la necesidad de dulce a la que están acostumbrados los paladares. El problema es que, si bien no tienen calorías, aún no se puede demostrar que sean beneficiosos para la salud. Y tampoco ayudarían en dietas para descender de peso.
La industria alimenticia suele acompañar los nuevos hábitos de consumo y, con ello, crea nuevos productos que se venden como más saludables. Y muchas veces estos productos vienen con etiquetas verdes que aseguran al consumidor las bajas calorías.
Si bien es cierto que los endulzantes son acalóricos, según algunos expertos, su consumo sería más dañino para la salud porque se acostumbra al organismo a la ingesta de alimentos endulzados excesivamente.
Por ejemplo, el aspartamo, la sucralosa y la sacarina, tres de los endulzantes artificiales más utilizados en las bebidas gasificadas, endulzan de 200 a 600 veces más que el azúcar.
Por otra parte, los estudios que no están financiados por la industria alimenticia no confirman que el uso de endulzantes contribuya al descenso de peso. Así lo advierte el doctor Raúl Mejía, investigador en salud asociado al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (CONICET).
“Al consumir edulcorantes el paladar se acostumbra a alimentos muy dulces y después acepta otros alimentos con muchas calorías provenientes de azúcares naturales”, señala mejía.
Los estudios aún no pueden comprobar los efectos de los endulzantes artificiales para la salud a largo plazo, pero tampoco pueden comprobar si permiten la reducción de peso. Con el fin de disipar las dudas, en 2019 la OMS encargó una investigación para medir los impactos en la salud a largo plazo.
El investigador Joerg J. Meerpohl, principal autor del estudio, concluyó que no hay suficientes datos para confirmar cuán nocivos pueden ser a largo plazo. Pero a la vez advierte que los endulzantes no son la varita mágica para prevenir la obesidad. Antes que reemplazar las bebidas azucaradas por endulzadas, lo conveniente, afirma, es consumir agua.
Soledad Barruti, autora del libro “Malcomidos”, viene denunciando lo nocivos que son todos los alimentos ultraprocesados que produce la industria alimenticia. La periodista afirma que los endulzantes artificiales, lejos de ser beneficiosos, generan todo lo contrario. Ante lo cual recomienda volver a los alimentos naturales y reducir la pretensión de dulzor en la comida.
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