Si conoces el término especismo, probablemente comprenderás por qué algunos animalistas sugieren dejar de usar la palabra mascota.
Los activistas por los derechos de los animales pregonan el antiespecismo, que implica cambiar la visión que tenemos de los animales. Entre esos cambios está la manera de referirnos a los animales más cercanos como mascotas.
PETA, una ONG de defensa de los animales, sugiere sustituir mascotas por “compañeros” y dueños por “guardianes”. Aunque en la práctica, probablemente, se haya popularizado más el cambio de dueño por “su humano”.
La sugerencia de PETA generó un gran debate, a favor y en contra, por el uso de la palabra. Algo que desde la organización se celebró, porque era lo que querían hacer, cuestionar el lenguaje, que consideran especista.
¿Por qué no llamar mascotas a nuestros perros o gatos?
Decirles mascotas no significa que los perros o gatos se sentirán ofendidos por como los llamamos. Sino que el termino refiere a cómo los humanos percibimos a los animales y, en consecuencia, cómo los tratamos.
El debate que instauró PETA es una de las cuestiones centrales del antiespecismo: considerar que los animales no son objetos, sino individuos que sienten.
Al nombrarlos como mascotas se los cosifica y, por lo tanto, se verá afectado nuestro trato hacia ellos.
¿Qué implica modificar el lenguaje?
Para los animalistas antiespecistas, la mirada respecto a los animales implica no considerarlos como una propiedad sujeta a las necesidades de los humanos.
Por ejemplo, lo que sucede con los perros usados para que sean guardianes, que suelen ser condenados a vivir toda su vida encadenados o en un tejado.
La palabra mascota tiene un sentido de pertenencia: son nuestros, somos sus dueños. La característica de individuo desaparece por el simple hecho que nos pertenece, y por lo tanto podemos hacer con ellos lo que queramos.
En consecuencia, modificar el lenguaje implica reconocer que los animales son individuos con derechos y necesidades propias.
El lenguaje acompaña los cambios de pensamiento
Como todo cambio en el uso del lenguaje, al principio puede haber oposiciones o ridiculizaciones. Pero no se trata solo de cambiar una palabra, sino que tiene un nivel más amplio.
Al igual que sucede con el antirracismo o el antisexismo, que también proponen modificaciones en el uso del lenguaje, el antiespecismo sugiere que el lenguaje debe reflejar este cambio de visión.
De igual manera, como la palabra mascota implica propiedad, si estamos de acuerdo con el planteo antiespecista podremos comenzar a llamarlos, simplemente, nuestros compañeros o, por qué no, amigos.
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