Los mini bosques son verdaderas burbujas resilientes de naturaleza. Ambientalistas están estudiando si podrán contribuir a disminuir el cambio climático.
En 1970, un botánico japonés se fue conocido por el desarrollo de una técnica para restaurar vegetación en suelos degradados. Akira Miyawaki consideraba que cualquier terreno era potencialmente fértil y capaz de desarrollar un bosque frondoso y sostenible.
La técnica implica la plantación de diversas especies de árboles nativos, unos muy cerca de otros y en una superficie pequeña. Además, debe seguirse una secuencia lógica para optimizar el uso del espacio, el agua y la luz.
Como resultado, los bosques crecen 10 veces más rápido que con cualquier otro método de cultivo y absorben más carbono que otras áreas boscosas.
En los Países Bajos estas plantaciones son una realidad y su éxito se encuentra en plena expansión por otros lugares de Europa. En este sentido, el Gobierno británico financiará el desarrollo de 12 nuevos mini bosques.
Grupos comunitarios están diseminando estas pequeñas arboledas a través de proyectos como Urban Forests en Bélgica y Francia, Tiny Forest y IVN Nature Education en los Países Bajos o Urvara en España. Estas intervenciones urbanas convierten terrenos baldíos en pulmones urbanos.
Organizaciones sin fines de lucro están reuniendo voluntarios para llevar a cabo esta misión. Lo que se busca es transformar las ciudades mediante la siembra de una amplia variedad de plantines nativos que pueden crecer con una intervención mínima. El resultado es la obtención de ecosistemas urbanos complejos y adaptados.
La convivencia urbana con estos pequeños pulmones verdes posibilita una mayor conciencia de la ciudadanía respecto a la importancia de estos mini bosques. Además, se espera que los niños de la comunidad puedan tomar clases al aire libre sobre educación ambiental.
Según un reporte del Foro Económico Mundial, estas burbujas verdes tienen un tamaño promedio de una cancha de tenis y pueden capturar más carbono que un bosque de coníferas debido a la diversidad de sus especies. También garantizan la biodiversidad.
Las formaciones boscosas funcionan también como reguladores de calor y purificadores de aire en las ciudades, contrarrestando el efecto de las grandes islas de calor de las ciudades. Y podrían eliminar hasta 10 gigatoneladas de equivalente de carbono para 2050.
Muchos ambientalistas visualizan los mini bosques de Miyawaki como una herramienta con gran potencial para combatir el cambio climático. Aunque jamás podrían reemplazar a las grandes extensiones de bosques que continúan desapareciendo por la actividad del hombre.
“Para mitigar el cambio climático necesitaremos hectáreas y hectáreas de bosques. Lo que podemos hacer es educar a una generación de niños para que aprendan cómo restaurar bosques, y enseñarles para que, cuando crezcan, planten bosques más grandes”, aseguró Daan Bleichrodt, desde Tiny Forest.
Mientras se ponen a prueba los innumerables beneficios de la iniciativa, estas plantaciones continuarán alimentando la cadena de ecosistemas. Un estudio comprobó que uno de estos bosques podría atraer 600 especies de plantas y animales.
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