El uso de este medicamento es bastante común y solemos hacerlo durante largos períodos de tiempo. El problema es que, a largo plazo, puede traer aparejados efectos secundarios que intensifiquen el dolor que queremos eliminar.
No es para nada extraño que luego de muchas horas de trabajo en la oficina, sumadas a la humedad y el frío, nuestra espalda pague las consecuencias. Son muy pocos quienes no han sentido alguna vez ese dolor tan característico, pues se trata sencillamente de una respuesta de nuestro organismo bastante previsible.
Existen diversos modos de combatir el dolor de espalda, que van desde el ejercicio supervisado hasta la consulta con un osteópata, pasando por los paseos y las sesiones de masajes. Todo esto puede contribuir al relajamiento de los músculos de la espalda y aliviarnos bastante. Ahora bien, ya sea por pereza o falta de tempo, en muchos casos recurrimos a los fármacos para quitarnos rápidamente la molestia, e incluso llegamos a abusar de ellos.
El problema con el uso excesivo de los medicamentos para el dolor es que los antiiflamatorios pueden ser contraproducentes a largo plazo y terminar generando mayores complicaciones de las que queríamos deshacernos. De alguna manera se genera un efecto rebote. Veamos más en detalle de qué se trata.
Antiiflamatorios: un remedio peor que la enfermedad
Básicamente, lo que hace un antiiflamatorio es bloquear transitoriamente el dolor, lo cual significa posponerlo. Cuando se realiza de manera continua, puede volverse algo crónico y nada fácil de tratar. Esto es lo que reveló un estudio publicado en la revista Science Translational Medicine.
El dolor del cuerpo, como todo síntoma, no es algo azaroso. Cuando aparece, quiere decir que algo no anda bien. En términos científicos, cuando los neutrófilos, es decir, los glóbulos blancos que el cuerpo emplea para combatir infecciones, entran en acción para reparar daños a nivel de los tejidos, no se puede interrumpir esta acción. Según el estudio realizado, de ser así el dolor aparecerá más adelante con mayor intensidad y frecuencia.
A partir de un estudio adicional de medio millón de habitantes del Reino Unido, se comprobó que las personas que consumían antiiflamatorios de manera frecuente eran propensos a padecer dolores crónicos en un período de entre dos y diez años. Por su parte, quienes consumían antidepresivos o parecetamol regularmente no sufrían el mismo efecto.
Por todo esto, si el dolor es extremo o llega a ser incapacitante, deberías optar por aquellos medicamentos que no interrumpan el proceso normal de inflamación, puesto que de lo contrario podrías sufrir los efectos secundarios en el futuro.