El té es la bebida más consumida en el planeta, después del agua. Por sus propiedades nutricionales, puede contribuir a combatir el hambre.
Deben ser muy pocos los hogares del planeta donde no se ingiera una taza de té. Esta bebida es milenaria, pues hay registros que datan de hace más de 5.000 años, aunque se sabe poco sobre su nacimiento.
El Día Internacional del Té se conmemora cada 21 de mayo para concienciar sobre la importancia que tiene para el planeta su producción y consumo. La primera efeméride se fijó en el calendario para el 15 de diciembre de 2005.
En 2018, el Grupo Intergubernamental sobre el Té decidió cambiar esta fecha para el 21 de mayo. Desde el 2019, todas sus propiedades son resaltadas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en este día.
El té al rescate de la economía regional
El té es la bebida más consumida en el mundo, después del agua. La ONU destaca que fomentar su producción y consumo puede ayudar a alcanzar varios Objetivos de Desarrollo Sostenible hacia el 2030: hambre cero, pobreza cero y empoderar a las mujeres.
Puntualmente, sobre el hambre, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) destaca que el té tiene importantes propiedades nutricionales. También tiene bondades antiinflamatorias y antioxidantes. Además, es una bebida que puede contribuir para equilibrar dietas y para tener una alimentación más saludable.
Actualmente, la producción de té está distribuida en 35 países y representa una fuente de ingreso para más de 13 millones de personas, según datos de la FAO. Mayormente, se elabora en países en desarrollo y, por esto, es nodular para las economías regionales.
Y es que el 60% de la producción de té del mundo está en manos de pequeños agricultores. Por este motivo, tanto la ONU como la FAO hacen hincapié en fomentar esta industria.
Una bebida para preservar la naturaleza
Además, las plantas crecen en complejos y específicos sistemas agroecológicos, por lo que asegurar su producción es también impulsar técnicas de agricultura sostenibles para preservar espacios naturales.
El cambio climático es un enemigo de la producción de té, por las condiciones ambientales que se necesita para su producción. La ONU remarca que las alteraciones en las temperaturas y regímenes de precipitación están afectando a la industria.
Esto pone en peligro muchas fuentes laborales. La estrategia de los productores, según las Naciones Unidas, debería contemplar sistemas de producción de té que reduzcan emisiones a la atmósfera.
Actualmente China, Corea y Japón tienen cuatro áreas de producción de estas hierbas para infusionar que han sido designadas por la FAO como Sistemas Importantes del Patrimonio Agrícola Mundial.
Las tres cuartas partes de las toneladas de té que se producen por año son consumidas en los países de origen, pero se trata de un producto que también es muy exportado. Pese a que el té es la segunda bebida más consumida del planeta, su ingesta global per cápita es relativamente baja, por lo que esta industria tiene todavía un gran ámbito para crecer.
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