El Día Internacional de las Familias se celebra para destacar su valor dentro del proceso de socialización y la transmisión de valores, entre ellos los ambientales.
Pablo, Luciana y Martina son hermanos y tienen un rasgo en común: un lunar en la zona cervical que va cambiando milimétricamente de lugar, pero que conserva la misma similitud. Pero, más allá de los rasgos que compartan por herencia consanguínea, aman la naturaleza y respetan el medioambiente por enseñanza de sus padres.
La familia es la primera institución socializadora. A través del afecto y de un estilo propio de comunicación forma las primeras filiaciones, valores, sentidos de pertenencia y lugares comunes desde los que actuarán los niños y las niñas que estén bajo su crianza.
De acuerdo a Hugo Simkin y Gastón Becerra, autores del libro “El proceso de socialización. Apuntes para su exploración en el campo psicosocial”, en este primer núcleo se genera el desarrollo del ser humano como individuo social.
“La familia cumple funciones como la preparación para ocupar roles sociales, control de impulsos, valores, desarrollo de fuentes de significado como, por ejemplo, la selección de objetivos de desarrollo personal, siendo esta socialización la que permite que los niños se conviertan en miembros proactivos de la sociedad”, sostienen Simkin y Becerra.
Por eso, el 15 de mayo se celebra el Día Internacional de las Familias, como una manera de destacar el rol que cumplen en la educación de los hijos. Y esto incluye la transmisión de los valores medioambientales.
Un concepto clave en educación cívica es la ciudadanía ambiental. Esta podría definirse como el ejercicio de los derechos y deberes ambientales asumidos por los ciudadanos al tomar conciencia de la responsabilidad que tienen por vivir en un ambiente y sociedad determinados.
Para tomar conciencia de la problemática ambiental es necesario mantener informada a la población sobre los principales problemas que afectan a nuestro planeta. En el caso de los niños, el diálogo familiar sobre estas cuestiones representa el primer puente de acercamiento al medioambiente.
Según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), “la educación ambiental aumenta la concienciación y el conocimiento de los ciudadanos sobre temáticas o problemas ambientales. Al hacerlo, le brinda al público las herramientas necesarias para tomar decisiones informadas y medidas responsables”.
¿Cómo pueden aportar las familias en el fortalecimiento de una ciudadanía ambiental? Pueden contribuir a que niños, niñas y adolescentes tomen iniciativas tendientes a la conservación del medioambiente. Motivando el interés por el consumo responsable, reciclaje y prácticas sostenibles para aplicar a sus vidas.
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