Un perro guía tiene la dedicada tarea de garantizar la movilidad de una persona con discapacidad visual en una ciudad. El respeto y el cariño son la base de su entrenamiento.
Los perros guía cumplen un rol social admirable: integrar a las personas con discapacidad visual a la vida urbana, es decir, ser sus ojos en la calle. Sin un perro guía miles de personas no podrían disfrutar de más libertad.
El desarrollo de estos canes requiere tiempo y dedicación, pues es muy difícil entrenarlos para que cumplan su tarea. Pero es tal la entrega que realizan, que necesitan en igual medida cariño, respeto y cuidado.
Dicen que «el perro es el mejor amigo del hombre», y vaya que los canes que cumplen con esta tarea hacen honor a dicha frase. Este miércoles 28 de abril se conmemora el Día Internacional del Perro Guía para destacar el valor que tienen en nuestra sociedad, de la misma manera que en Argentina el 29 de abril se conmemora el Día del Animal.
No hay relación más hermosa de afecto y compañerismo que la que se entabla entre una persona ciega y su fiel compañero, el perro guía. Es que allí están ambos para acompañarse en la vida, en una relación simbiótica en la que uno apoya al otro.
Estos días de encierro forzado, de confinamiento por coronavirus, también afectan a los perros guía y a su estado de ánimo. Si las personas no salen a la calle, los perros tampoco.
Si tienes la suerte de conocer un perro guía, podrías pensar en hacerle un obsequio para alegrarle el día. Pregúntale a su dueño qué le gusta, puede ser un juguete nuevo o un alimento que le apetezca.
Respetar a lo perros guía es también ayudarlos en su labor diaria en la calle en estos tiempos de pandemia. Ellos no pueden establecer las distancias mínimas para prevenir un contagio por coronavirus. Ayuda al guía y a su dueño indicándoles con la voz a dónde deben posicionarse.
Y por último, si te cruzas con un perro guía en la calle o en un espacio público, no lo molestes. No hagas nada que pueda distraer al animal mientras está concentrado en su actividad más importante: la seguridad de la persona que le fue asignada.
Formar un perro guía no es tarea sencilla. Es un proceso que lleva alrededor de dos años desde el momento en que nace el cachorro. Es entonces cuando se ponen en marcha todos los procesos para formar a estos animales tan especiales.
Las razas de perros guía no son muchas. Se requiere que el animal tenga un mínimo de inteligencia y un alto grado de sociabilidad para poder cumplir con su tarea. Las razas labrador, golden retriever o pastor alemán son las que cumplen con estos requisitos y las que se utilizan para la tarea.
Apenas nacen los cachorros, un equipo de especialistas selecciona a los que podrían desempeñarse para la tarea. Para despejar dudas, los perritos realizan pruebas de inteligencia que determinarán si pueden ser guías.
Si cumplen los requisitos, los cachorros son llevados a familias de acogida. En un hogar, el perrito tendrá todo el cariño y cuidado que necesita para su desarrollo físico e intelectual hasta que cumpla el año de edad.
Es muy importante que esta familia trate al perro guía como un miembro más de su grupo porque en este periodo aprenderá a relacionarse con niños, mayores y otros animales. Es el momento de recibir la educación básica y que también aprenda a acatar órdenes.
Un perro guía tendrá la delicada tarea de ayudar a su amo por el hostil ambiente que representa la calle o un espacio público para alguien que no puede ver. Así, cuando los cachorros cumplen un año de edad comienzan su preparación en los centros de entrenamiento.
Un perro guía tiene que aprender varias habilidades: caminar en línea recta siempre del lado izquierdo de su humano, usar arnés, no dar tirones con la correa, sortear obstáculos y moverse con solvencia en entornos urbanos como escaleras, barreras, sendas peatonales, transporte urbano o espacios públicos (una terraza o un restaurante).
Esta formación puede llevar un tiempo de seis meses hasta un año. Y más allá de desarrollar el sentido para desplazarse correctamente en una ciudad, el perro guía es adiestrado en un arte delicado: la desobediencia inteligente.
Esto es lo más importante de la formación del animal y básicamente se trata de que el perro no obedezca a su amo si éste le da una orden que puede poner en peligro la seguridad de ambos. Esto sería, por ejemplo, cruzar una calle por un sitio inadecuado.
Un perro guía tendrá aproximadamente dos años al momento de finalizar su entrenamiento y pueda estar en condiciones de ayudar a una persona con discapacidad visual. Las organizaciones que trabajan con estos animales deciden entonces a qué persona entregar el perro.
Para esto se hacen estudios socioambientales de los postulantes que deseen un perro guía. Se valora que el animal pueda recibir el cuidado adecuado por parte de su nuevo dueño, teniendo en cuenta la alimentación y el cariño que pueda recibir.
Por otro lado, también se evalúa la capacidad de la persona ciega para ser autosuficiente y que no tenga que depender de nada, más allá de su perro, para movilizarse. En este sentido, solo se le otorgan perros guía a quienes ya saben desplazarse con el bastón blanco y orientarse solos en la calle.
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