¿Consideras que la abeja reina lleva una vida ‘regia’? Pues no es así: su decurso vital no es para nada sencillo, ya que consiste en una tarea bien precisa.
Se está hablando últimamente mucho de las abejas, sobre todo de su disminución constante a partir del accionar humano. Como resultado de esto, los ecosistemas se ven afectados, tanto respecto de las especies animales como de las vegetales.
Ahora bien, ¿conoces el funcionamiento de una colmena? Su sistema es tenido como uno de los más perfectos, y logra proliferar en virtud del arduo trabajo colaborativo de las abejas. Estos insectos son incansables, y su función en el mantenimiento de otras especies no les da respiro.
Pero del enjambre hay una que se tiene por la más privilegiada, aunque de hecho es la que se lleva la parte más difícil; es decir: la abeja reina. Es ella quien se encarga de que la colmena permanezca activa todo el tiempo gracias a su esfuerzo. La abeja reina está en la base de la continuidad de la especie y la salud de la colmena, viviendo la mayor parte del tiempo en un solo lugar, encargada de un cometido bien específico.
Esa tarea particular es la que hace que el enjambre pueda estar en funcionamiento largos años, reproduciéndose hasta alcanzar un número realmente grande de individuos. La abeja reina habita sitios especiales en la colmena, pero esa diferenciación no implica necesariamente un privilegio.
La vida de la abeja reina
Ante todo, la abeja reina vive en espacios de la colmena más grandes que los de las obreras y los zánganos (machos). La celda real se ubica en el sector que alberga las celdas de almacenamiento de la miel y también aquellas donde están las larvas. Otra diferencia con el resto de los habitantes de la colmena está en el tamaño: la abeja reina es más grande que sus súbditos, pues mide entre 1,8 y 2 cm, mientras que las obreras miden de 1 a 1,2 cm y los zánganos de 1,5 a 1,7.
¿Cómo es capaz de alcanzar ese tamaño extra-large? Su tamaño se debe a que se alimenta de jalea real por mucho más tiempo que el resto, lo cual le permite, además, ser más longeva. Una abeja real puede vivir aproximadamente de 3 a 4 años, a diferencia de una abeja obrera, que vive tan sólo 45 días.
La función de la abeja reina se reduce a esto: procrear incesantemente para asegurar la continuidad de la especie. Esto significa, básicamente, poner huevos a granel, de manera tal que la producción de nuevas abejas obreras no se interrumpa y el trabajo no pare. En la temporada de más movimiento, una abeja reina puede llegar a poner de 1500 a 3000 huevos en un sólo día!
Hay que tener en cuenta que en un solo vuelo nupcial, es decir, cuando los zánganos se reúnen para fecundarla, la abeja reina tiene la capacidad de almacenar el esperma suficiente como para seguir poniendo huevos, en lapsos de 5 meses, durante tres años. A su vez, las abejas obreras se encargan de mantener caliente a la reina durante el invierno. En el momento de llegar a la vejez, la abeja reina emigra y funda un nuevo enjambre y una nueva colmena, dejando atrás la anterior, que pasara a ser gobernada por una nueva reina.