Bajar de peso y sostener esto en el tiempo depende de muchas variables. No es seguro, en efecto, que una vez logrado el peso deseado, los kilos perdidos no se recuperen, quizá con intereses.
Nuestro cuerpo es un sistema tan complejo que basta con que algo se desequilibre o deje de funcionar apropiadamente para sufrir las consecuencias. Comenzar a perder peso es un cambio importante, de manera que hay varias cosas a tener en cuenta. En este sentido, una rápida pérdida de peso es traumática para nuestra salud, pues implica seguir una dieta extrema que es imposible de mantener por mucho tiempo.
Llevar adelante una dieta de 1000 calorías o carente de carbohidratos significa no conocer ni respetar nuestro propio cuerpo. Someterse a un déficit calórico continuo no sólo es imposible sino que tampoco es deseable. Por el contrario, si una vez logrado el peso deseado se sigue una dieta variada, sana y equilibrada, es posible mantenerlo con mayor facilidad.
No obstante, a pesar de haber seguido los pasos al pie de la letra, los kilos siguen volviendo, incluso con intereses. Lo cierto es que puede que haya una explicación de otra índole para este aparente efecto rebote y tiene que ver con la calidad del sueño.
Dormir bien para perder peso
Dormir mal por la noche nos impide darle a nuestro cuerpo el descanso que se merece. El problema es que la vida ajetreada y sobrecargada de estímulos que llevamos convierte en un mero anhelo dormir ocho horas seguidas. El insomnio y la ansiedad por pensar en tareas pendientes del trabajo son algo más que común en la actualidad.
Este hábito dañino produce efectos altamente nocivos en nuestra salud general. Se ha demostrado que un descanso de mala calidad contribuye a elevar el riesgo de hipertensión y la creación de colesterol y grasa en las arterias. Y esto no es lo único.
Un nuevo estudio llevado a cabo por la Universidad de Copenhague ha probado que la buena calidad del sueño repercute positivamente en la pérdida de peso. Concretamente, los investigadores analizaron 195 casos de adultos con obesidad de entre 18 y 65 años a lo largo de un año y arribaron a una sorprendente conclusión.
Terminado el plazo estipulado, resultó que aquellos que dormían menos de seis horas diarias habían aumentado casi en 1,3 puntos su índice de masa corporal. Por su parte, quienes sufrían problemas para dormir, aumentaron ese índice en 1,2 puntos. La conclusión, pues, es que la cantidad y la calidad del sueño afecta sustancialmente nuestra predisposición a mantener el peso adecuado a lo largo del tiempo.