El ecoturismo es una opción sostenible de viaje que nos pone en contacto íntimo con la naturaleza. El desafío es hacer este tipo de actividad más inclusiva para personas con discapacidad.
La experiencia de un contacto casi sin mediaciones con la naturaleza es transformadora para cualquier ser humano. No es lo mismo observar una montaña desde un coche que vibrar con el desmoronamiento de grandes picos en el corazón de la Cordillera de los Andes.
El ecoturismo tiene como foco la observación del medio natural, y se lo considera un tipo de turismo alternativo y sostenible. Es una opción para relacionarnos más y mejor con el medioambiente, y esta experiencia debería ser accesible e inclusiva.
Según la Organización Mundial del Turismo de las Naciones Unidas (OMT), se considera ecoturismo a aquellas actividades que giren en torno a la apreciación del entorno natural y las culturas prevalecientes en ese entorno. El ecoturismo debe ser respetuoso del ambiente y la cultura.
Además, debe promover el entendimiento sobre el medio en el que se realiza la observación. Y debe garantizar que sean las comunidades locales quienes provean los servicios necesarios y se beneficien económicamente de la actividad.
Por todo esto, el ecoturismo minimiza los impactos negativos del turismo sobre el entorno natural y sociocultural.
Por otro lado, el ecoturismo se presenta también como una alternativa para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas para el 2030, que entre otras metas plantean mayor inclusión e igualdad entre las personas.
Ni «productos especiales» ni meras eliminaciones de barreras físicas, sensoriales o de comunicación. El turismo inclusivo o accesible -y por tanto también el ecoturismo- es un concepto global: no basta con adaptar algo, es preciso pensar la accesibilidad a una zona turística (traslado, hoteles, actividades y demás) como norma intrínseca. Es decir, la accesibilidad debe estar en el ADN del turismo para que cualquier persona pueda disfrutar del contacto con la naturaleza y las comunidades locales, sin importar su condición.
Mientras esta concepción del turismo crece en diversas partes del mundo, veamos algunas cifras que explican la necesidad de la accesibilidad. Según la Organización Mundial del Turismo (OMT), un 15% de la población mundial tiene tipo de discapacidad física, mental o sensorial; estamos hablando de 1.000 millones de personas.
Llevado al sector turístico, este número indica, por ejemplo, que el turismo inclusivo tiene un mercado potencial de 135 millones de viajeros en Europa y 253 millones en Estados Unidos, según la Red Española de Turismo Accesible (RETA).
Si tenemos en cuenta que las personas cada vez vivimos más años y que -de acuerdo a datos de la Organización Mundial de la Salud– pasados los 70 años viviremos con algún tipo de discapacidad, podemos entender aún más la importancia de este tema.
La OMT considera que la accesibilidad en el turismo debe ser un tema prioritario. El turismo inclusivo significa una oportunidad de cambio de paradigma y, a su vez, una alternativa de recuperación económica para el mundo pospandemia.
Recientemente, la OMT emitió un documento donde detalla qué deberían tener en cuenta los diversos prestadores del ecosistema turístico para brindar experiencias inclusivas y accesibles.
Entre la larga lista de recomendaciones, se destacan las adaptaciones edilicias para sillas de ruedas, incorporación de sistemas de braille, la utilización de tecnología contactless o la adaptación de sitios de viajes.
Algunas de esas recomendaciones son las siguientes:
En Argentina, el sistema de pasarelas accesibles en los parques nacionales de Cataratas del Iguazú o del Glaciar Perito Moreno son un ejemplo a gran escala del ecoturismo inclusivo.
En estos sitios, las sillas de ruedas no son un obstáculo para escuchar y observar los estruendos del quiebre de grandes porciones de hielo o el rugir constante del agua en la Garganta del Diablo.
Hay también proyectos inclusivos más pequeños. En España, en la localidad de Moraña, un grupo de personas desarrolló el programa “Moraña para todos” con la idea de impulsar la promoción y el desarrollo de la riqueza cultural y natural de esta localidad. Pronisa Plena Inclusión Ávila y la Asociación para el Desarrollo Rural Integral de la Moraña son las responsables de este proyecto.
La iniciativa se basa en proveer una silla de ruedas adaptada para deportes para que la persona con discapacidad pueda ser asistida. En este caso, la ayuda puede ser de dos personas en simultáneo en el recorrido de las sendas. Este tipo de sillas ayuda a sortear cualquier dificultad en el camino.
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