Tanto el elixir de la vida como el vivir más, son cuestiones de perspectiva, pero intentemos entender un poco más esta fórmula interesante.
En este siglo que transitamos, mirar la vida con optimismo es una actitud que tiene tan poco de evidente como mucho de voluntad y sacrificio. Dejarse llevar por la corriente y quedar a merced de las emociones oscuras es mucho más fácil.
Sigue habiendo un eco y atracción de los efectos de la pandemia. Esos meses extraños llenos de miedo e incertidumbre. Pero además, el sentimiento de precariedad generalizado es difícil de erradicar de nuestras vidas. Bajos salarios, muchas horas de trabajo, el estrés y el costo de vida obstaculizan sobremanera la capacidad de vivir pacíficamente. En fin, no es tan fácil evitar el pesimismo.
Por otro lado, ser optimista tiene muchas implicaciones en la salud. Según la ciencia, es una cuestión de perspectiva, pero veamos con mayor profundidad los beneficios de llevar una vida guiada por el optimismo.
El optimismo como receta de una mejor y más longeva vida
La mayoría de las veces la salud mental juega un rol clave en el bienestar físico. Quien logra afrontar con confianza y seguridad los desafíos diarios, repercute en su físico. Está confirmado por la ciencia.
El instituto Johns Hopkins realizó un estudio que demuestra que las personas más optimistas viven hasta 4 años más y un 10% llega a los 90 años. Pero claro que esto sería una mala noticia si no quieres vivir tanto tiempo, quién sabe.
Las personas más propensas a padecer enfermedades cardiológicas, retomando la investigación, tienen una fuerte impronta pesimista. Se descubrió que al menos un tercio es más propenso a padecer un infarto entre los 5 y los 25 años a diferencia de los optimistas.
En definitiva, el estrés hace mella en el cuerpo y el optimismo es una gran ayuda para proteger los daños inflamatorios que se originan con el nerviosismo y a potenciar el sistema inmunológico.