En Asia los elefantes sufren a causa del turismo. Estos paquidermos representan un negocio millonario para adiestradores y «santuarios».
El turismo como experiencia puede ser muy gratificante para las personas. Pero detrás de estas vivencias muchas veces puede esconderse maltrato animal. El velo está prácticamente corrido en el caso de los elefantes en Tailandia, donde los azotes y las heridas son la contracara de las fotos, los paseos y los baños que solicitan los turistas con los paquidermos.
Se estima que sólo en Tailandia existen unos 3.000 elefantes asiáticos en cautiverio. El dato es de la organización World Animal Protection, que además calcula que en todo Asia ese número asciende a 3.800 ejemplares.
Estos animales son domesticados por una sola razón: el turismo. Y esto es porque son muchos los viajantes que visitan Tailandia para tener su foto o experiencia con un elefante.
Domesticación salvaje de elefantes
El proceso de domesticación de un paquidermo es cruel. Los elefantes son separados de sus madres cuando son chicos, golpeados y hasta criados con escasa comida. Una vez doblegada la voluntad de estos animales, son vendidos a centros turísticos, donde quedan a merced de los deseos de los viajantes.
Los elefantes son adiestrados por un “cornaca”, que hasta a veces utilizan ganchos de metal para que obedezcan órdenes.
Entrenar o domesticar a un elefante en Tailandia tiene un costo de unos 350 dólares por mes. Cuando el ejemplar está listo puede ser vendido a uno de estos centros -camuflados con el nombre de “santurarios”- por sumas cercanas a los 80 mil dólares.
Esta cantidad de dinero es recuperado con creces luego por los “santuarios” más grandes, que solían recibir unas cinco mil visitas diarias, en tiempos pre pandemia, cobrando un ingreso de 50 dólares por persona.
Según World Animal Protection existen en Tailandia unos 220 “santuarios” de elefantes, de los cuales apenas unos 10 ofrecen una experiencia ética para el turista y digna para el animal.
Esto implica que las personas no entran en contacto directo con los elefantes, los observan a la distancia, y además ingresan en una cantidad bastante inferior a la de los “santurarios” tradicionales.
Estas acciones llevan a que los paquidermos de estos parques estén menos enfermos y más tranquilos. Por supuesto, el problema de estos centros es la rentabilidad.
Sin turismo, menos comida para los elefantes
Liberar a la enorme cantidad de elefantes en cautiverio en Tailandia sería un problema. Es que no existe cantidad suficiente de comida y muchos de estos animales están acostumbrados a estar en contacto con personas.
La pandemia de Covid-19 y la consecuente cuarentena puso en evidencia todos estos problemas en Tailandia. Sin turistas ni ingresos, los domadores de elefantes tuvieron que migrar junto a sus animales por comida. Esto generó que pequeñas aldeas se vean llenas de animales y con poca disponibilidad de alimentos.
Se estima cada paquidermo adulto puede llegar a ingerir entre 200 y 300 kilos de comida por día. En los primeros tiempos de pandemia la organización Thai Elephant Alliance lideró campañas de donación de comida y medicamentos para estos elefantes.
Save The Elephants también se dedicó a comprar estos animales en problemas. La organización coordina traslados a reservas con acceso a comida y a mejor calidad de vida.
Menos hábitats y encuentros peligrosos
Los encuentros entre humanos y elefantes salvajes en Tailandia son moneda corriente. El país asiático reporta cada tanto casos de personas que han sido matadas por elefantes salvajes, o elefantes que sufren lesiones al entrar en contacto con los grandes centros urbanos.
Una de las noticias que se volvió viral hacia fines de 2020 fue la reanimación que un socorrista le practicó a un elefante bebé que fue atropellado en la calle.
El pequeño animal fue arrollado por una moto y Mana Srivate, el socorrista que pasaba por el sector, auxilió al elefante que había entrado en un paro cardiorespiratorio.
La maniobra de resucitación demandó unos 10 minutos. Luego de que el animal recobrara el sentido pudo reagruparse con su manada.