Las esponjas marinas son otra opción a las copas menstruales o las toallitas de tela. Y podría ser la más ecológica de todas por ser renovable.
De lo que vamos a hablar no es algo nuevo, es un redescubrimiento. Porque las mujeres han utilizado las esponjas marinas como método de higiene menstrual durante miles de años. Muchísimo antes que la aparición de las toallitas y los tampones, unos residuos más contaminantes del mundo.
Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), durante toda su vida fértil las mujeres utilizan un promedio de 60 kilos de toallas sanitarias (de 4 a 5 diarias en periodo menstrual). Esto produce un equivalente a 100.000 toneladas de basura al año.
El uso de tampones y toallas hechas de viscosa u otras fibras de pulpa tiene un agravante. Y es que al pasar por un proceso de blanqueamiento absorben químicos como dioxinas, derivados del cloro o pesticidas usados en el cultivo del algodón.
Este dato se desprende del estudio Women’s Voices For The Earth. En el mismo se afirma que estos y otros compuestos industriales cancerígenos presentes en estos productos, pueden ingresar a la sangre y alterar el sistema endocrino.
Esponjas marinas, ecológicas y reutilizables
Las esponjas marinas tienen la increíble capacidad de regenerase, es por eso que son renovables y son 100% biodegradables. Esto las hace uno de los métodos más ecológicos en higiene femenina, ya que no causan impacto ambiental.
En el mercado también se consiguen esponjas sintéticas para el mismo uso, pero no son compostables. Por lo tanto hay que prestar atención a la información que brindan sus etiquetas.
¿Cómo se utilizan las esponjas marinas? Se insertan en la vagina como un tampón o copa menstrual. Sin embargo, antes de usarlas deben lavarse con agua y vinagre o bicarbonato, para remover posibles impurezas, y dejar en remojo toda la noche. Luego, se escurren para quitar todo el exceso de agua.
Como método de retención menstrual femenina interno, las esponjas marinas tienen un uso y renovación de seis meses. Para reutilizarla, el único mantenimiento que se necesita es enjuagarla con agua, quitar su excedente y volver a colocarla en la zona íntima.
Cuando termina el ciclo menstrual, volvemos a poner en remojo en un vaso o recipiente durante toda una noche con una cucharada de vinagre o bicarbonato antes de guardarla para su próximo uso. Posteriormente, escurrimos, dejamos secar en contacto con el aire y guardamos hasta el siguiente periodo.
De origen animal, pero uso bajo criterio sostenible
Las esponjas marinas son animales acuáticos poríferos. La explotación comercial solo está permitida para algunas especies y su demanda ha impulsado la creación de granjas, que funcionan bajo estándares ecológicos y sin impacto ambiental.
Organizaciones como la ONG suiza Marine Cultures intentan fomentar el cultivo de esponjas marinas en entornos marinos empobrecidos, donde las comunidades no pueden practicar la pesca intensiva.
De todas maneras, la demanda de esponjas actualmente supera la oferta. Esto de debe a que, además de ser una alternativa ecofriendly, algunas bacterias que viven dentro de las esponjas tienen propiedades antivíricas y antitumorales.
Científicos intentan obtener estos poríferos en laboratorio para atender la demanda femenina. Y es que resultan de gran importancia para la calidad de vida de las mujeres y el ambiente. Además, resultan una opción más económica en países de bajos recursos.