Son muchas las familias que tienen que lidiar todos los meses con el continuo aumento de los productos de primera necesidad y de las facturas. Ahora bien, ¿son necesarias y justificadas las exorbitantes subas de precios de los últimos meses?
Los desastrosos efectos de la pandemia y de la guerra en Ucrania afectan a más de un pueblo o un país. De alguna u otra manera somos todos, cada uno desde su propia situación, los que experimentamos las consecuencias de vivir en un mundo globalizado y en extremo interdependiente. Esto no es algo por sí mismo negativo. El problema, no obstante, es que existe algo así como un efecto mariposa expandido: lo que ocurre en Mariupol repercute en Roma.
Ciertamente nuestra forzada dependencia del gas importado de Rusia nos está costando más de lo esperado. Cubrir las necesidades básicas y pagar las facturas se hace cuesta arriba y esto, necesariamente, pone en aprietos a muchas familias que apenas pueden llegar a fin de mes. Ahora bien, ¿son necesarias y justificadas las exorbitantes subas de precios de los últimos meses?
Dos meses atrás, Roberto Cingolani, ministro de Transición Ecológica en Italia, abordó el tema de la subida de precios de la gasolina, manifestando su desacuerdo. En su declaración, Cingolani aseguró que no solamente se exageró a la hora de aumentar los precios, sino que esto era la consecuencia de una clara especulación por parte de los mercados. A primera vista, éste no es el modo más sereno y diplomático con el que un ministro puede tratar una problemática de este tipo, pero en sus palabras podría haber algo de verdad.
¿Qué se esconde detrás de los fuertes aumentos?
Debido a que estamos tan interconectados, Suiza también está lidiando con los mismos problemas. Es más, al encontrarse con un aumento tan desmedido en los precios la revista suiza «K-Tipp» decidió hacer una investigación al respecto.
Lo que se descubrió es realmente un balde de agua fría. Son 36 los productos cuyo precio se ha visto incrementado de manera inaudita e injustificada en la cadena de producción. Es decir que ni la importación ni la producción demandan ese incremento tan fuerte. En otras palabras, la suba de los precios no parece ser una urgencia sino más bien un acto deliberado.
Para hacernos una idea, el coloso alemán Lidl aumentó 70 centavos el precio del aceite «Vita d’Or», es decir, un 28,1% que no se ajusta a la realidad, ya que el aceite de colza aumentó sólo un 3,6 % para su importación. La cadena suiza de supermercados Coop y Migros, por ejemplo, proponen para la pasta triplicar el precio que tenía hace un año, a pesar de que los costos de producción no han subido de una manera tan dramática.
Si bien no se ha llevado a cabo una investigación semejante en otros países, sabemos que mientras más ajustamos el cinturón, más gastamos, incluso consumiendo menos que antes. ¿Roberto Cingolani acaba de abrir la caja de Pandora?