La mayor parte de la cadena de producción suele ser subestimada cuando hablamos de contaminación. Sin embargo, hay un nuevo estudio centrado en algo que nunca ha sido realmente considerado.
Hay temas con las que ya estamos familiarizados; tales como la inflación, la sequía o el racionamiento de agua. Pero es una mala evaluación considerar los tres problemas por separado. Es simplemente no analizar la complejidad del problema en el que estamos. Es un hecho que la contaminación y la globalización son dos caras de la misma moneda. Y, si no optas por una dieta de 0 km, comer también es contaminar.
Muchos productos de los que terminamos poniendo en nuestra mesa, de hecho, proceden de lugares lejanos y exóticos. Si bien, esto achica el mundo y nos conecta con civilizaciones distantes, también implica un gasto de transporte considerable.
Desde el otro lado del planeta, los plátanos, tomates, aguacates y carne no llegan por sí solos a las góndolas del supermercado. En otras palabras, llevar esos productos de un lado a otro significa una mayor generación de CO2. Este nuevo estudio se centra en un aspecto nunca antes considerado en realidad.
El lado oscuro de los alimentos: la contaminación generada por su transporte
Los plátanos, el mango, el aguacate y los fideos son sólo algunos ejemplos de los alimentos que conforman y enriquecen nuestra dieta. Sin embargo, el 30% de las emisiones globales es generado por el consumo de estos productos. Esto se puede ver claramente en el estudio publicado en Nature Food. Más que la producción, es el transporte el que mayor impacto tiene sobre el medio ambiente.
Tal como lo informa la revista “¡Ohga!”, los investigadores consideraron las “millas de alimentos”, es decir, esa distancia que separa nuestras mesas de los alimentos que queremos en ellas. Esto se hizo para establecer qué tanto contamina el transporte de mercancías de un lugar a otro del mundo. El estudio concluye que el 36% de las emisiones son generadas por el transporte global de frutas y hortalizas. Esto representa casi el doble de las emisiones generadas en los procesos de producción.
Pero el estudio no acaba aquí y sostiene también, que tomando en consideración todo el sector alimentario, el transporte contribuye con casi el 20% de las emisiones totales. La emisión de CO2 fueron de 3 mil millones de toneladas en tan solo un año.
La solución que proponemos es elegir frutas y hortalizas que no cuesten kilómetros. Además el precio será considerablemente menor quitando ese viaje del precio final.