La guerra librada en Ucrania por el ejército ruso ha tenido efectos en todos los ámbitos de la vida. El aumento salvaje de la inflación, la suba del precio del petróleo y la energía, las dificultades para la importación de trigo, todo esto afecta a gran parte de Europa, y del mundo. Pero ¿es posible que el agua también se vuelva un producto escaso y por lo tanto de lujo? Veamos cómo es el panorama actual.
A pesar de que parecía algo totalmente superado en virtud de los acuerdos políticos y éticos en el continente europeo, el cierre del puerto de Odessa a causa de la invasión rusa está poniendo en peligro un derecho básico: la alimentación. Se temía por ello desde el inicio de la guerra, pero ahora es algo casi inminente.
Con el fin de no entrar en una emergencia humanitaria, hubo un rápido viraje por parte de las potencias occidentales hacia otros países para realizar importaciones de materias primas tales como del gas o el trigo, por ejemplo, hacia la India, pero la ola de calor que padeció en el mes de abril frenó todo.
En definitiva, la crisis mundial que generó la invasión de Rusa a Ucrania, que ya lleva más de 100 días, presentó un escenario bastante desolador. No se trata solamente de que el precio de la energía haya castigado a muchos ciudadanos, o que se prevea una crisis alimentaria mundial, sino también de que hasta algo tan elemental como el agua podría estar en peligro de volverse un bien de lujo. ¿Por qué ocurriría algo así?
Agua solo del grifo (planeta y bolsillos felices)
El problema no es ahora la escasez de agua sino todo lo que implica producir agua envasada con los aumentos generalizados de las materias primas. Los costos no dejan de subir, y los productores no tienen más remedio que trasladar ese aumento a sus productos. Cada uno de los elementos de la cadena de producción y distribución ha sido afectado por la guerra. Por mencionar sólo uno de los aspectos, el PET sufrió un aumento del 84%, llegando a costar 1.400 euros la tonelada, en comparación a los 750 de antes.
Inevitablemente los consumidores terminan sufriendo las consecuencias. La impaciencia crece, pues a los productos alimenticios se suma el aumento de los servicios, y la situación económica va cada vez más en picada. En concreto, se han observado aumentos de hasta 10 centavos de euro por envase de agua. Hubo en las redes quienes propusieron que se comenzara a tomar agua del grifo.
De hecho, terminaría siendo una buena opción, pues sus beneficios son múltiples. El planeta lo agradece, pues se reduce el uso de plástico considerablemente, pero también nuestra salud, ya que este material no es para nada bueno a largo plazo. Asimismo, es una solución bastante más económica.
En países como Alemania y Reino Unido las personas toman agua del grifo desde hace tiempo. En Italia, por el contrario, no es un hábito que haya prendido, principalmente, por la condición en la que se encuentran muchas tuberías en las casas, llenas de óxido y sarro.
A pesar de ello, sigue siendo la mejor opción. En el año 2019, los italianos consumieron 222 litros de agua per cápita, mientras que España y Alemania estuvieron bastante por debajo: 174,9 y 167,7 litros respectivamente.