El hambre constante durante el día no se debe necesariamente a una necesidad de comida por parte del cuerpo. De hecho, podría ser un síntoma de una dolencia de otro tipo, de la que todavía no eres consciente y que no se vincula con la alimentación.
La comida proporciona algo más que los nutrientes necesarios para la subsistencia de nuestro organismo, pues tiene que ver también con nuestras emociones. En muchas ocasiones, puede ser un modo de celebrar la vida, como cuando lo hacemos con otras personas, o de darnos un gusto, cuando hemos alcanzado algún logro importante y comemos algo especial como gratificación. Es, en fin, una experiencia natural y cultural al mismo tiempo.
Por esa razón, la comida no debe considerarse meramente un acto fisiológico, pues implica un conjunto de otras cosas, entre ellas, las de un ritual social. Pero las emociones que nos llevan a la comida no son solo positivas. El acto de comer, a veces, sirve para tapar algunos huecos generados por emociones negativas, y cada patata frita de más, cada bizcochito en principio innecesario, es un síntoma de esa falta que nos está afectando.
En definitiva, a menos que hayas estado comiendo poco por el motivo que fuere durante algún tiempo, el hambre constante durante el día no se debe necesariamente a una necesidad de comida por parte del cuerpo. De hecho, podría ser un síntoma de una dolencia de otro tipo, de la que todavía no eres consciente y que no se vincula con la alimentación.
Food craving: el ansia de comer aquello que nos reconforta
Es normal pensar en un plato de suculenta pasta cuando estamos en el trabajo almorzando nuestra vianda, probablemente por la diferencia entre comidas. El problema surge cuando ese deseo se convierte en food craving, un ansia que debe su razón a otra causa.
El hambre, entendida en términos biológicos, no tiene nada que ver con este trastorno. No importa si el cuerpo ya recibió su sustento, nuestra mente no puede evitar ni resistir la ansiedad por una hamburguesa, un chocolate o unas patatas fritas. No se trata de una molestia pasajera, es verdaderamente una adicción que no se detendrá hasta ser satisfecha.
El problema es que el food craving solamente puede calmarse con productos altos en calorías, grasas o azúcares. No existe otro tipo de alimentos que puedan llenar ese vacío que atormenta más a nuestra cabeza que a nuestras células. Existen varias causas que pueden conducir a este trastorno, entre las que se cuentan la falta de ejercicio, el estrés, el cansancio extremo, una mala hidratación, ausencia de proteínas y fibras, o, directamente, una dieta demasiado hipocalórica.
Para evitar ser presa del food craving, lo mejor es beber abundante agua (se recomienda, como mínimo, dos litros diarios), tomar bocadillos saludables y naturales (fruta, yogur, frutos secos) y no excederse con las dietas extremas, es preferible comer equilibradamente, incluyendo algunos permitidos, antes que matarse y, ante el primer contratiempo, salir corriendo a buscar comida chatarra.