Cuando llegamos a los 70 años, el cuerpo cambia tanto que se dificulta la realización de acciones normales y cotidianas. Pero veamos cuál es la causa del envejecimiento y si realmente nos hace tan frágiles y vulnerables.
No es nada fácil acordar con la vejez y el avance de los años. Una conciencia saludable es necesaria para no llegar con un físico fracasado o, peor todavía, una mente frágil. Aunque el mundo avance dejando atrás a quienes no están a la altura de las circunstancias, la tercera edad tiene un fuerte atractivo.
Es una instancia de descanso y conciencia final, pero, en una dimensión metafísica, pesa la realidad terrenal. Los problemas se acrecientan con el avance de los años. Particularmente la aparición de la demencia senil y el Alzheimer aparecen a partir de los 65 años, aunque no están plenamente ligadas a una patología del envejecimiento.
Lo que sí es seguro, es que a partir de los 70, cambia el cuerpo y las acciones regulares de la vida. Veamos qué es lo que causa el envejecimiento y genera vulnerabilidad.
Después de los 70 aparece una nueva etapa
Un nuevo estudio muestra cómo el envejecimiento cambia el cuerpo a partir de los 70 y nos hace más vulnerables. El cuerpo, que funciona como una máquina, puede padecer varios contratiempos en relación al trabajo incesante y duradero.
Es por ello que la investigación ha especificado un supuesto básico: a medida que se envejece se producen importantes reducciones vitales, tales como la hematopoyesis. Las células producidas en la sangre se reducen y la regeneración es menor, así como el sistema inmune.
Es decir que con el tiempo los glóbulos blancos tienen menos capacidad de defensa contra infecciones, anemia y cáncer. Estos son los cambios que están a la base del envejecimiento y debilitamiento percibidos en los cuerpos de más de 70 años de edad. De repente, diríamos, nuestros cuerpos dejan de funcionar. Lentamente en un principio y, posteriormente, acelerando el deterioro.
Pero a pesar que el vehículo que es nuestro cuerpo pueda estar desgastado después de muchos años de vida y uso, el motor, que es nuestro espíritu comanda gran parte el modo en el que queremos vivir. Por esto, manteniendo una vida activa, alimentándonos de manera sana, compartiendo tiempo con quienes más queremos, y manteniendo una actitud positiva, los resultados son notablemente diferentes incluso en el modo de responder de nuestro cuerpo. La buena noticia es que la juventud habita en nuestro espíritu y no tiene fecha de caducidad.