¿Existe algún criterio que utilicemos al momento de elegir qué vamos a comer? En principio, nuestras preferencias tienen una explicación, por lo que nuestro instinto sería mejor que un nutricionista.
Son muchas las preguntas que pueden hacerse sobre este tema, entre ellas, qué es lo que guía nuestras elecciones, de dónde provienen nuestros gustos, si es posible cambiarlos o son algo innato, es decir, si son producto de la reflexión o el instinto, etc. A partir de algunos estudios llevados a cabo a lo largo de los últimos años, es posible ahora dar cuenta de los interrogantes que giran en torno a esta cuestión.
El estudio que nos interesa particularmente fue comandado por el profesor de Psicología Experimental Jeffrey M. Brunstrom, quien trabaja en la Universidad de Bristol. Gracias a la publicación del informe en la revista Appetite se pudieron conocer sus resultados. Asimismo, la investigación contó con el apoyo de Mark Schatzker, un reconocido periodista, quien en su momento escribió The Dorito Effect, libro donde se analiza la influencia de los productores de alimentos en nuestras elecciones alimenticias.
¿Qué guía nuestras elecciones en materia de comida? Esto es lo que dice la ciencia
Según algunos estudios realizados en el pasado, los humanos somos mucho menos eficientes a la hora de satisfacer sus necesidades alimenticias que el resto de los animales, puesto que, a diferencia de éstos, sus elecciones van en otra dirección: en absoluta libertad, siempre optamos por lo menos saludable. Hace relativamente poco, sin embargo, Mark Schatzker demostró que las cosas no son tan así, y que podemos llegar a ser bastante racionales al seleccionar nuestra comida.
Esto que parece una novedad era algo conocido por algunos expertos ya en los años 30. Por ejemplo, la pediatra norteamericana Clara Davis llegó a la conclusión de que los niños no se guiaban simplemente por el gusto irracional. A partir de un experimento, pudo establecer que, ante la presencia de un buffet lleno de cosas dulces, los niños se hartaban muy pronto y comenzaban a comer una dieta más bien equilibrada, sin importar lo mucho que apreciaran los caramelos.
Al observar la recurrencia de este fenómeno, se logró identificar un principio llamado “saciedad sensorial específica”, gracias al cual nuestro gusto nunca se mantiene igual con la repetición. Asimismo, se pudo demostrar mediante algunas encuestas que el gusto por la comida es algo educable, que no pertenece meramente al orden de los instintos. La Encuesta Nacional de Dieta y Nutrición permitió a los expertos concluir que el gusto se forma por varios factores, entre ellos, la cultura, las tradiciones y los hábitos. No es algo absolutamente determinado, y mientras mejor sea la educación sobre alimentación, más saludables serán las dietas de las personas.