¿Sabes qué significa la expresión “¡Hace demasiado calor!” y cuál es la percepción de las altas temperaturas por parte de nuestros cuerpos?
Hace falta saber qué es lo que pasa en nuestro organismo cuando las temperaturas ascienden a estos grados.
En estas semanas en Europa ha golpeado una ola de calor que alcanzó los 40°. Esto nos ha hecho sentir el malestar obvio de las altas temperaturas. En el resto del mundo, sin embargo, la situación no es mucho mejor: en Canadá y Estados Unidos las olas de calor han ocasionado decenas de víctimas fatales.
¿Qué es lo que sucede en nuestros cuerpos con estos calores extremos?
Las implicancias del cambio climático realmente asustan. Las temperaturas ascienden hasta los 49° y sabemos que cada vez será peor: las temperaturas continúan ascendiendo paulatinamente. Según los expertos cada verano se extenderá más y serán cada vez más cálidos. Sin mencionar que la temperatura promedio es considerablemente más alta que durante el período preindustrial.
En definitiva, diremos, año a año, cosas como “el verano anterior no fue tan duro”, y que “no recuerdo haber pasado tanto calor en otros veranos”. Lamentablemente, estos veranos serán los más frescos que vamos a vivir en los años venideros.
La revista National Weather Service habla de una ola de calor que se presenta más fuerte días posterior a su llegada. Este fenómeno se debe a los altos índices de humedad y radiación; acrecentado por la falta de ventilación. Pero, veamos qué es lo que sucede en nuestro cuerpo cuando experimentamos esta situación.
Para empezar, es importante determinar si las temperaturas elevadas se dan exclusivamente durante el día, o si las noches también están siendo afectadas. Nuestros organismos necesitan refrescarse por la noche y, si esto no ocurre, empiezan los problemas. Si no logramos dispersar el calor de nuestros cuerpos durante la noche, manteniendo la temperatura corporal alrededor de los 37°, las enzimas empiezan a funcionar mal. Las enzimas son proteínas encargadas de estimular diversas reacciones químicas en órganos vitales: riñones, corazón y cerebro.
Pero, más allá del calor, la humedad representa el verdadero problema. No es posible dispersar el calor sin la sudoración y si hay mucha humedad esa función se ve obstaculizada. Estos calores son muy peligrosos para el organismo humano. Hasta cierto punto, tenemos la posibilidad de aclimatarnos, de adaptarnos a estos cambios, pero a partir de allí, empiezan los problemas.