La reintroducción de los extintos lobos en Yellowstone en los años 90 trajo muchos beneficios para un ecosistema deteriorado por su ausencia. Conoce la historia de este exitoso caso.
El equilibrio en la naturaleza es delicado. Un cambio en la estructura de un ecosistema puede generar varios inconvenientes y la desaparición y reintroducción de lobos en Parque Nacional Yellowstone, en Estados Unidos, es una muestra de esto.
A principios del siglo XX, los lobos fueron perseguidos y cazados dentro del parque y alrededores hasta que fueron totalmente eliminados. En 1926 se mató al último lobo gris de Yellowstone y entonces comenzó el desequilibrio.
Poblaciones de especies que eran controladas por los lobos comenzaron a crecer desmedidamente. Así, los alces llegaron a convertirse prácticamente en plaga dentro de los límites del parque.
Los daños por la ausencia de lobos en Yellowstone
Al no haber carnívoros que los controlaran, el incremento de los herbívoros generó graves daños sobre la vegetación. Tal fue la situación, que en la década de los 60 la administración del parque Yellowstone habilitó y empujó la caza de alces para tratar de contener su crecimiento.
Hacia los 1970 se pensó que la situación estaba controlada y que la plaga de alces ya había remitido, por lo que se frenó la caza. Con el tiempo, los alces comenzaron a sobrepoblar el parque nuevamente y volvieron a repetirse los mismos problemas.
La caza ya no sería más una acción para controlar y equilibrar el ecosistema de Yellowstone. Entonces, en 1995 las autoridades ambientales de Estados Unidos decidieron reintroducir al lobo gris en el parque.
El regreso de los lobos a Yellowstone
El objetivo era controlar los alces para que la vegetación dejara de ser castigada por esta plaga. En aquel año, se liberaron en Yellowstone 14 lobos grises canadienses. En 1996, 17 cánidos más fueron traslados al parque. Este experimento trajo consecuencias tan buenas como inesperadas.
Las manadas de lobos se adaptaron al entorno y se reprodujeron. Con el tiempo, lograron controlar a los alces que destrozaban la vegetación del parque y el comportamiento de estos animales cambió.
Los alces dejaron de pastar siempre en los mismos lugares, sobre todo en la costas de los ríos. Los arbustos que allí intentaban desarrollarse comenzaron a crecer notablemente, cambiando el paisaje y beneficiando a otras especies.
Osos, pumas y bisontes volvieron con los lobos
Aves que se alimentan de las semillas de las plantas del parque comenzaron a rondar nuevamente por Yellowstone. Además, al tiempo que comenzó a disminuir la población de alces comenzó también a crecer la de los osos grizzly (subespecie de los osos pardos).
Investigadores de las universidades de Washington y Oregon descubrieron que el sobrepastoreo de los alces también generaba un perjuicio sobre la disponibilidad de alimento para los osos pardos.
Por la depredación de los lobos, comenzó a haber más disponibilidad de frutos rojos, que es lo que consumen los osos durante el invierno para ganar peso antes de la hibernación.
Así, la diezmada población de osos pardos en Yellowstone se equilibró y con el tiempo llegó a crecer. Desde la llegada de los lobos en 1995 también se registró otro beneficio dentro de Yellowstone: los pumas comenzaron a repoblar el parque, acompañados también de buitres y bisontes.
La reintroducción de lobos en Yellowstone es considerada hoy uno de los grandes y exitosos experimentos ecológicos de los últimos años.
Los efectos que tuvo sobre el equilibro de la vida en el parque sorprendieron a muchos investigadores. Es una muestra también sobre cómo un desequilibrio generado por el hombre, como es la matanza de lobos, puede tener graves consecuencias para todo un ecosistema.