La chef Loretta Harmes no puede comer alimentos sólidos por un problema de salud. Demoraron años en diagnosticar su enfermedad y la cocina le salvó la vida.
Es chef, pero no puede comer. Ni siquiera probar los alimentos que prepara. Parece una maldición, un castigo, pero en realidad la cocina y la gastronomía es lo que no le borra la sonrisa. Esta es la vida de Loretta Harmes, la cocinera que prepara delicias sin poder probarlas.
Loretta padece una rara enfermedad en su estómago conocida como Síndrome de Ehlers-Danlos. Se trata de un conjunto de 13 trastornos que afectan al tejido conjuntivo, que tiene el trabajo de proteger la piel, huesos, ligamentos y órganos.
La joven británica tiene dañado su estómago, por lo que la comida que ingiere no fluye adecuadamente por su sistema digestivo, generándole serios problemas y dolores muy agudos.
Malos diagnósticos y una vida difícil
Harmes ama la cocina desde muy pequeña. Esa pasión la heredó de su madre, con quien se pasaba horas aprendiendo recetas y probando delicias. Aprendía rápido, ganaba concursos de cocina en la escuela y hasta fue becada por una prestigiosa escuela culinaria de Londres.
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Detectar este síndrome es muy complicado. De hecho, el caso de Loretta tardó años en ser diagnosticado y significó un paso tortuoso por la adolescencia. La joven sufrió anorexia cuando tenía 15 años. Luego se recuperó y esta nueva enfermedad comenzó a manifestarse.
Los dolores agudos hacían que no pudiera comer. Llegó a pesar 25 kilos y la internaban en clínicas psiquiátricas para que cambiara su conducta. Todos pensaban que los dolores eran una simple excusa.
Ella comía para salir del internado, pese a que cada bocado fuera una puñalada para su estómago. Apenas pudo cursar un año, de los tres de la carrera gastronómica para la que había sido becada, y aún así nadie podía diagnosticar el problema de la joven.
De los dolores a la bolsa de nutrientes
En una entrevista concedida a la BBC, Loretta contó que sobrevivió hasta sus 23 años ingiriendo alimentos líquidos y todo este padecimiento terminó cuando un médico decidió colocarle una sonda para averiguar qué pasaba en su sistema digestivo.
Para hacer el estudio, la chef tenía que comer algo sólido, volver a pasar por el sufrimiento y los dolores. Lo hizo y los médicos por fin pudieron diagnosticar su problema.
En ese momento, llegó la solución para su vida: los especialistas decidieron alimentarla a través de un sistema conocido como Nutrición Parental Total (TPN), que implica que esté conectada 18 horas al día a una bolsa de líquidos que inyecta a su torrente sanguíneo los nutrientes que necesita para alimentarse.
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La bolsa se conecta al organismo de Loretta a través de una sonda conocida como línea de Hickman, que atraviesa su pecho para poder llegar a su corazón. El problema es que una mínima contaminación del tubo puede derivar en una infección letal. La chef debió ser internada nueve veces por este problema.
Cocinar, la pasión que le salvó la vida
Con casi 30 años, esta joven no volvió a ingerir alimentos sólidos. Esto no le impide cocinar con pasión, dedicación y talento. Lo hace recurriendo a su memoria afectiva, recordando los sabores de los platos que cocinaba junto a su madre.
También la ayudan mucho sus otros sentidos. Los colores de los ingredientes y la estética de cada plato despiertan su imaginación y su creatividad, que son guiadas también por su desarrollado olfato.
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De esta manera, Loretta pudo reemplazar el gusto para poder crear maravillosos platos sin poder probarlos. Para esto tiene la ayuda de su amiga y compañera de apartamento Amy, quien prueba las delicias de la joven y les da el ok definitivo.
Amy además es fotógrafa y se encarga de las imágenes que nutren la colorida cuenta de Instagram de Loretta, donde ella misma describe su condición: «Can’t eat, can cook» (no puedo comer, puedo cocinar).
Entre las dos iniciaron un emprendimiento de fotografía y estilización de platos y alimentos. Loretta es una gran historia de superación y resiliencia. Ella no puede comer, pero todos los días hace lo imposible para disfrutar su vida como si se tratase del más delicioso plato.
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