El biólogo argentino Carlos Roesler fue distinguido por su trabajo de conservación en la Patagonia argentina. Lucha por salvar de la extinción al macá tobiano.
El biólogo Carlos Roesler fue destacado con un Premio Whitley, conocido como Oscar Verde, por su labor en la Patagonia argentina para salvar de la extinción al macá tobiano (Podiceps gallardoi), un ave única en el mundo en peligro de desaparecer.
El macá tobiano es una especie de zambullidor que habita en las lagunas de meseta de la estepa patagónica. Fue descubierto en 1974 y en ese momento su población contaba con 5.000 individuos. Cuando se volvió a censar su población en 2009, el número había bajado considerablemente.
Especie amenazada por el hombre
La especie estaba a punto de desaparecer. Sus grandes amenazas resultaron ser depredadores introducidos por el hombre en su hábitat. El visón americano, introducido en la Patagonia desde Estados Unidos, es el principal responsable de la depredación de sus nidos.
La trucha arcoíris, especie introducida en las lagunas de las meseta, cambió la dinámica del agua, disminuyendo el crecimiento de la principal fuente de alimento del macá tobiano: una planta acuática conocida como vinagrilla.
El cambio climático global es también una amenaza para la especie. Hay muchas lagunas de meseta que se han secado, lo que significa menos hábitat disponible para la reproducción de macaes.
Salvar al macá tobiano de la extinción
Roesler, más conocido como «Kini«, se involucró con la ONG Aves Argentinas para tratar de cambiar esta situación. Después de años de trabajo en el campo, vigilando nidos de macaes en el medio de la agreste estepa patagónica, el número de aves dejó de descender.
Hoy, la población de macá tobiano es estable en 800 individuos. El trabajo de científicos y voluntarios llevó a que se creara el Parque Nacional Patagonia y un proyecto de conservación robusto que está salvando a esta especie de la extinción.
El Proyecto Patagonia ha hecho del macá tobiano una especie bandera y paraguas. Esto significa que, a través de la protección de esta especie, un montón más están siendo beneficiadas.
Desde la Estación Biológica Juan Mazar Barnet, cientos de voluntarios protegen los nidos de los macaes. De esta manera, también ayudan a preservar a otras especies como el chichillón anaranjado, la gallineta chica o el pato de los torrentes.
El misterio de la ruta migratoria del macá tobiano
El macá tobiano habita solo durante el verano las lagunas de meseta de la estepa patagónica. Lo hace para encontrar pareja, armar sus nidos y poner huevos. La danza de cortejo de los macaes es un espectáculo único.
Esta ave suele poner dos huevos, pero solo se preocupa en proteger y cuidar de uno de ellos. Una de las ambiciones de Roesler es poder recuperar los huevos que quedan abandonados para hacerlos eclosionar.
Durante el invierno, el macá tobiano abandona las lagunas de la estepa para refugiarse en el estuario del río Santa Cruz. Por ahora, se desconocen las rutas migratorias y cómo se da este proceso, por esto se utilizarán los beneficios otorgados por el Premio Whitley para profundizar conocimientos en este sentido y poder proteger mejor a la especie.
El gran objetivo de «Kini» y Aves Argentinas es restituir los números de la población de macaes a los 5.000 individuos de 1974. Los fondos otorgados por la Fundación Whitley también serán utilizados para mejorar las facilidades de la estación biológica, profundizar el manejo de especies invasoras y preocuparse porque más personas conozcan los problemas que enfrenta esta especie.
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