Si no quieres que se arruine o se marchite la lechuga, sigue estos dos pasos para conservarla correctamente.
La lechuga, crujiente, ligera y de pocas calorías puede usarse en todo tipo de platos. Responde a una versatilidad que va desde la preparación de ensaladas a platos principales y guarniciones. Se trata de una verdura que no puede faltar y con estos calores puede salvarnos la vida.
Incluso en su estado natural siempre hay alguien a quien le encanta quitar una hoja para mordisquear algo para aplacar el hambre. Presente en muchas dietas sanas y controladas, es uno de los alimentos más saludables dada su presencia de agua y fibra. Por ello es que se la recomienda para regularizar el organismo.
Podemos conseguirla tanto empaquetada en plástico como directamente de la verdulería. Sea como sea, apostamos de que ni bien llegas a tu casa la guardas en la heladera para encontrarla a los dos días, blanda, nada crujiente e incluso podrida. Esto ocurre porque ha sido mal guardada en la heladera. Hoy vamos a presentarte el único método correcto para almacenar lechuga.
Logra mantener la lechuga en tu heladera fácilmente y durante mucho tiempo
La némesis de los alimentos de la heladera es la humedad. Los calabacines, berenjenas y pepinos se suelen ablandar, pero nada en comparación a lo que sufren las verduras de hojas verdes. Acordemos que la particularidad de la lechuga es que sea crujiente y si la heladera destruye eso, habrá que replantearse el método. En otras palabras, hay que evitar que quede ennegrecida y se pudra
El primer error típico es que guardamos la lechuga “al natural”. Lo ideal es remover las hojas externas que por lo general han estado más expuestas y, por lo tanto, han sufrido más. Hay que encargarse también de remover manchas negras en el tallo. Luego, envuelve la cabeza con algún paño humedecido. La idea es que la tela del paño suelte paulatinamente la humedad para conservar la integridad de la lechuga.
Es muy importante guardar la lechuga en la parte baja de la heladera donde las temperaturas son inferiores y la conservación será mayor. Por otro lado, si quieres que tu lechuga esté lista para preparar una ensalada, quítale las hojas más blandas y oscuras, déjala en remojo en agua fría durante unos minutos. Con un poco de sal y bicarbonato, lava la lechuga. Enjuaga y seca bien con papel absorbente. Envuelve con un paño húmedo y a la heladera. Así lograrás conservar tu lechuga hasta por 10 días sin desperdicios.