Otra vez, aquello que parecía prometedor resultó ser un montón de mentiras. Ésta es la verdad sobre lo que ocurre con las empresas «supuestamente sostenibles».
Es más que delicada la situación en la que nuestro planeta se encuentra. Sabemos que la energía debe ser más sostenible, y muchas empresas energéticas, en principio, parecen haber captado el mensaje. La llamada transición ecológica vino para que las empresas comenzarán a utilizar fuentes renovables de energía. Entre ellas se encuentran las más renombradas del mundo.
Pero más allá de las palabras se encuentra una realidad muy diferente, ya que muchas de esas empresas se han comprometido sólo verbalmente, y no nos queda de otra que considerarnos engañados.
Lo que hubo en realidad fue el traspaso de los yacimientos petrolíferos y gasíferos de unas manos a otras. Las empresas supuestamente más sostenibles están vendiendo sus propiedades y la explotación continúa su curso.
Engañados otra vez
El truco de las grandes empresas de energía consiste en vender sus yacimientos de gas y petróleo a empresas pequeñas que no se han comprometido con la sostenibilidad. De este modo, aquellas han dado lugar a un mercado que supera los 100.000 millones de dólares.
Este movimiento comercial estratégico tiene dos consecuencias principales. La primera, que la especulación no dejará de crecer. La segunda, que la contaminación, contrariamente a lo que prometieron las empresas, no va a decrecer en lo más mínimo; por el contrario, se teme que aumente debido a la falta de regulación de las nuevas empresas, principalmente, debido a su desconocimiento por parte del público general.
No son casos aislados, es todo un estado de cosas basado en estrategias comerciales bien planificadas. De hecho, según el Environmental Defense Fund (EDF), entre 2017 y 2021 se firmaron más de 3.000 acuerdos.
Ninguna transición ecológica para las empresas energéticas
¡Nos están tratando de tontos! Contrariamente a lo que afirman en público, las grandes empresas de energía no están haciendo ninguna transición, simplemente, se trata de una ficción para dejar tranquilos a los movimientos que se están produciendo en materia de ecología actualmente.
Al momento de los hechos, lo que realmente ocurre es un ocultamiento de ciertos procedimientos para evitar que la gente sepa lo que pasa, algo muy perjudicial para las luchas ambientales.
Somos muchos quienes día a día intentamos cambiar la crítica situación ecológica que estamos atravesando, buscando hasta en los últimos detalles reducir nuestro impacto en el planeta y la contaminación, pero esto no significa nada si quienes realmente mueven la aguja continúan realizando este tipo de cosas.
El mundo sigue en peligro, y por desgracia no parece haber una voluntad de cambio por parte de las grandes empresas. Los combustibles fósiles siguen siendo los que marcan la agenda, lo cual se hace evidente al ver cómo los yacimientos sólo cambian de dueños, quienes solo se preocupan por engrosar sus billeteras.