Es el segundo caso argentino de muerte animal en un zoo, justo antes de su liberación. Exigen investigar las causas de su muerte.
La historia de Sharima tuvo el peor desenlace en el Zoo de Luján, en Argentina. Organizaciones proteccionistas de animales ya habían expresado su preocupación por la falta de atención veterinaria a la elefanta de 25 años que, a pesar de su juventud, se encontraba gravemente enferma. Y el pasado sábado, finalmente, perdió la vida, horas después de caer a una fosa.
Poco antes del acontecimiento fatal, representantes de la Fundación Franz Weber y Elephants Helpers Argentina habían intentado ingresar con un médico veterinario independiente para su revisión junto a especialistas del Santuario de Elefantes Brasil (SEB), pero se les negó el ingreso.
Diferentes medios de comunicación argentinos señalaron que habían intentado comunicarse con la firma Reserva Zoo Luján SRL para conocer el estado del paquidermo, pero no tuvieron respuestas. Y a pesar de que los cuidadores declararon que se encontraba bien, había evidencias que contradecían sus dichos.
Toda una vida en cautividad
«La muerte de Sharima demuestra una vez más que el cautiverio enferma y mata», denuncia Elephants Helpers Argentina en un comunicado publicado en su página de Facebook.
La elefanta asiática nació en 1995 en el Way Kambas Elephant Training Center, en Indonesia. El centro (que cría elefantes destinados a la industria del ocio y del trabajo de la industria de la madera), vendió a Sharima al Zoo de Ragunan, de la ciudad de Jakarta. Allí la vendieron al zoológico de Luján junto a otra elefanta, Arly, que murió en 2015 con 19 años.
«La vida que las esperaba en nuestro país fue un calvario: uso de bullhooks, cadenas, explotadas para que el público las montara para dar paseos y sacarse fotos, alquiladas para fiestas, anuncios publicitarios», expresa el comunicado de la ONG argentina.
“Sharima no pudo esperar más los tiempos de sus dueños”
Los proteccionistas intentaron acceder a Sharima para confirmar lo que de manera extra oficial se conocía. Su deterioro físico era evidente, algunos activistas contaban con fotografías que comprobaban su gravedad.
En su comunicado, Elephant’s Helpers Argentina reclama: “Hay indicios de que alguna de las enfermedades de Sharima era zoonótica (se transmite a humanos), por lo que exigimos conocer los resultados de la necropsia y que la misma sea realizada por profesionales idóneos”.
“Sharima no pudo esperar más los tiempos de sus dueños. Cayó a una fosa el día viernes y murió ayer sábado por la tarde”, informaba la ONG Elephants Helpers Argentina en un comunicado de prensa.
En tanto, desde el zoológico -que se encuentra clausurado por irregularidades- explicaron que la elefanta padecía «una dolencia ósea irreversible» y que estaba siendo asistida «con un tratamiento oportunamente informado a las autoridades».
La lamentable pérdida de Sharima derivó en una investigación judicial. La Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires y el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación se presentaron como querellantes en la investigación que permitirá obtener respuestas y definiciones sobre el destino final del zoológico de Luján.