Aunque parezca extraño, nunca pongas cebolla cruda en el refrigerador. Evitarás serios problemas de salud. Ten cuidado.
Una clásica base de la cocina, útil cuando se saltea con zanahoria y apio, fundamental para condimentar un caldo y perfecto para salsas, carnes o pescado. En fin, más allá del uso, la cebolla nunca falta junto a unos dientes de ajo.
Hay quienes, con su fuerte olor y picante sabor, la aman al punto de comerla cruda, cortada en juliana o en salmuera con agua, vinagre y sal. Es por la cebolla que logramos equilibrar el resto de los sabores. Además, es muy versátil, al punto que nos permite crear una gran variedad de platos diferentes.
A pesar de ello, como todos los alimentos, necesita una conservación particular. Si no sabemos cómo, con la cebolla cruda se corre el riesgo de que se pudra o se brote. Muchos la guardan debajo del fregadero, en los gabinetes, pero otros, en la heladera. El almacenamiento a baja temperatura, por si no lo sabías, puede resultar muy peligroso.
Especialmente cuando usamos sólo una parte y la otra la guardamos en la heladera. No debes hacer esto pues tu salud estará en peligro. Averigüemos juntos la razón.
La cebolla está en la agenda de innumerables platos caseros. Otorga sustancia y sabor a los platos, pero almacenada correctamente garantiza un sabor duradero en el tiempo, así como autenticidad y seguridad. Si se almacenada incorrectamente puede convertirse en portadora de moho, gérmenes y bacterias.
Quizás algunos lo sepan, otros no, pero la cebolla absorbe mucha humedad, así como los agentes externos. Es por ello que colocarla en la heladera sin las precauciones necesarias puede juntar moho y lograr que las bacterias proliferen. Encontrar una superficie ennegrecida es el símbolo más claro de una cebolla contaminada.
Para ejemplificar lo que estamos diciendo, toma en consideración los antiguos métodos para bajar la fiebre y sanar la gripe. Medio siglo atrás se colocaba media cebolla en la mesita de noche del paciente para sorpresa al día siguiente. La pulpa negra y blanda simbolizaba la absorción del virus.
Las cebollas, blancas, rubias o rojas, deben de ser almacenadas en cajas de madera o en una canasta de agujeros grandes, lejos del calor y de otros alimentos. Colócalas en un ambiente fresco y oscuro. Una bodega o despensa sería ideal. En caso de optar por la nevera, te recomendamos guardarla en un recipiente hermético o de cristal cerrado. Por otro lado, si la cebolla ya está picada y ha sobrado mucha, lo ideal es congelar. Luego podremos usarla para las salsas, incluso aún congelada.
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