La pérdida de humedales en América Latina pone en peligro la biodiversidad de la región. El 59% de estos ecosistemas está disminuyendo.
Los humedales albergan al 40% de las especies del planeta y son unas de las mayores reservas de agua. Sin embargo, año tras año, las superficies y la calidad de estos ecosistemas siguen disminuyendo.
Y según un informe de 2019 de la Convención de Ramsar, el 59% de los humedales de Latinoamérica está desapareciendo, al punto tal de convertirse en la región del mundo con mayor tasa de deterioro.
A esta crisis ambiental se suma la creciente desforestación de las selvas, la intensa sequía provocada por el fenómeno meteorológico de La Niña, y una serie de incendios que afectaron la región sudamericana con la pérdida de cientos de animales.
De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP), alrededor del 60% de la vida terrestre mundial y diversas especies marinas y de agua dulce se pueden encontrar en América Latina y el Caribe.
En la actualidad, la biodiversidad de toda la región está en juego. El 25% de todas las especies que habitan en sus humedales está en peligro de extinción. Hablamos de la posible pérdida de especies de peces, aves acuáticas, tortugas, caimanes, mamíferos como el yaguareté, anfibios e invertebrados.
La pérdida de humedales en América Latina es un verdadero problema. A continuación, detallamos las zonas con mayor riesgo de desaparecer.
Los humedales abarcan el 26% del territorio de Colombia. En el área de Bogotá, los hábitats de Juan Amarillo, La Conejera, Santa María y otros humedales sufren las consecuencias de la falta de planificación urbana debido a la presencia de asentamientos sociales de emergencia en estas tierras.
Jorge Escobar, director de la Fundación Humedales de Bogotá, alertó sobre esta situación de confinamiento. También sobre otras problemáticas que afectan a estos ecosistemas, como la desforestación y los incendios en el humedal de Urabá, bajo la expansión de la industria agropecuaria.
El Refugio de Fauna Silvestre de Cuare ya enfrentaba problemas ambientales crónicos, como la amenaza de su extinción ante el avance de las construcciones turísticas, cuando en 2020 se produjeron los derrames petroleros por fugas de la empresa estatal Petróleos de Venezuela SA (PDVSA).
Este humedal fue el primer sitio en integrar el listado Ramsar y está clasificado en Venezuela como un Área Bajo Régimen de Administración Especial (ABRAE), en el que viven al menos 300 especies de aves en riesgo de extinción.
El Pantanal perdió gran parte de su territorio debido a los incendios provocados para ampliar la franja urbana de la mano de intereses inmobiliarios y por la expansión de las fronteras agrícolas y ganaderas, que contaron con el apoyo del gobierno del presidente Jair Bolsonaro.
Según un informe de la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG), la Amazonia fue la zona más afectada por la sequía y la desforestación durante 2020. Se estima que una cuarta parte del Pantanal fue afectada con pérdida de especies.
Datos publicados por la ONG argentina Jóvenes por el Clima revelan que, sólo en 2020, en Argentina se perdieron más de un millón de hectáreas naturales arrasadas por el fuego. Muchos de estos incendios fueron intencionales, y actualmente existen causas judiciales en curso para identificar a los responsables civiles y corporativos.
Uno de los sectores más afectados fue el Delta de Paraná, una de las zonas más importantes dentro de los 50 humedales de interés internacional que existen en este país.
La falta de un marco de regulación y protección de estas biósferas originó la presentación del proyecto de Ley de Humedales. El objetivo que persigue es el de limitar actividades como la ganadería, los proyectos inmobiliarios y la minería en las áreas protegidas.
El abordaje del problema de la pérdida de humedales en Latinoamérica requiere planes de acción coordinada de gobiernos nacionales y regionales.
Es necesario incrementar el monitoreo para lograr intervenciones oportunas y diseñar estrategias de conservación de la biodiversidad.
Y esto es urgente para el bien del planeta. Los humedales son una de las mayores reservas de agua dulce del planeta y, además, cumplen la función de capturar grandes cantidades de carbono, contribuyendo a la regulación del clima.
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