A pesar del calor, no renuncies a ese plato fresco y ligero que te apasiona: la lasaña. Al menos por esta vez. Esta maravillosa receta te sorprenderá
El domingo en familia, la abuela que empieza a cocinar el almuerzo a las ocho de la mañana y otro sinfín de recuerdos comunes de la infancia, caen automáticamente con la lasaña, más que con cualquier otro plato.
Es decir que, además de ser una comida deliciosa, queremos tanto a la lasaña, que hasta la comemos para evitar la abstinencia. Sabemos que preparar el ragú requiere de arte y maestría. La lasaña también lleva ese estigma de preparación difícil, pero verás que la receta es muy sencilla y sus pasos son tan conocidos que los harás hasta con los ojos cerrados.
El gran problema es que sigue siendo un plato poco ligero. Comer lasaña en verano puede ser difícil, entre ragú, queso y capas de bechamel. Y no solo eso. Prender el horno con estos calores no es buena idea. Ante ello, a pesar de las mil razones que siempre habilitan comer lasaña, nos rendimos.
Sin embargo, parece tan posible renunciar a comer lasaña en el verano como preparar una sin prender el horno. Si te resulta una fábula de ciencia ficción, es el momento justo para probar esta receta y sorprender a todos, este domingo, como en los viejos tiempos.
La lasaña vegetariana: fácil, riquísima y no necesita horno
Es muy poco lo que necesitarás para no tener que renunciar a la lasaña durante el verano. Sólo debes elegir ingredientes frescos que te permitan reinventar la receta, pero que prestan a una cocción sin horno.
Esto es lo que vas a necesitar para preparar la lasaña vegetariana para cuatro personas:
- 400 g de pasta seca al huevo
- 200 g de requesón
- 800 g de calabacín o espinaca
- Parmesano
- Sal al gusto
- Pimienta según sea necesario
- Nuez moscada al gusto
Para empezar, vamos con la pasta. Debes tomar la lasaña y blanquearla con agua hirviendo. Del mismo modo con el que se cocina la pasta normalmente. Mientras haces esto, calienta un poco de aceite en una sartén antiadherente y saltea calabacines o espinacas. Como prefieras. Una vez que estén suaves, pásalos a un bol y agrega la ricota y una pizca de nuez moscada. También puedes batir la mezcla para una textura más cremosa.
Cuando tengas la crema de calabacín o espinaca, será hora de proceder con la lasaña. En una sartén grande, esparce un poco de la mezcla y cúbrela con la primera capa. Agrega más mezcla y repite los pasos hasta quedarte sin ingredientes. Por último, cúbrelo todo con un puñado bien generosos de queso parmesano. Lleva la sartén a fuego medio durante 10/15 minutos, o hasta que se haya derretido bien el queso.