La obsolescencia programada de los productos electrónicos junto con el ansia por comprar el último modelo genera basura, y mucha. Una iniciativa francesa intenta plantear opciones para salir de este ciclo de consumo desechable.
¿A quién no le gusta comprar lo más novedoso en materia de tecnología? Hemos naturalizado tanto tener el último modelo de IPhone, el televisor más grande o la última versión de la notebook que no pensamos en la basura que generamos cada vez que reemplazamos algo que ya teníamos.
Pero no sólo es el ansia por comprar lo más nuevo, hay algo más: a las empresas no les sirve que sus productos duren mucho y se puedan arreglar, les conviene que dejen de ser útiles o funcionar y debamos comprar nuevos. Es lo que se denomina como obsolescencia programada.
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La combinación deriva en el e-waste, una inagotable acumulación de residuos de la industria tecnológica. Uno de los principales problemas con esto es que los productos electrónicos están constituidos por muchos elementos tóxicos y una vez desechados, si no son tratados correctamente, quedan en la tierra contaminando por miles de años.
Producimos, consumimos y desechamos sin tener en cuenta que los recursos con los que contamos son limitados y un día el planeta va a decir basta. ¿Cómo podemos bajarnos del tren mundial de consumo sin frenos? Existen iniciativas que podemos adoptar para ir revirtiendo el frenesí consumista. Una idea muy simple, pero que requiere de una fuerte decisión política consiste en alargar los plazos de garantía de los productos que compramos.
Muchas veces, aunque no queremos deshacernos de algo que se rompió o dejó de funcionar correctamente, resulta más conveniente cambiarlo que repararlo porque no se consiguen las piezas de repuesto o porque es más caro que comprar directamente uno nuevo. O, si reclamas al fabricante, puedes entrar en un juego de idas y vueltas burocráticas que terminan desalentando al más tenaz. Entonces, ¿qué podemos hacer?
Desde Francia, las agrupaciones Les Amis de la Terre (Los amigos de la tierra), Halte á l´Obsolescence Programmée (Alto a la obsolescencia programada) y el Réseau Action Climat (Red de Acción Clima) proponen obligar a las empresas fabricantes de tecnologías y a las comercializadoras a prolongar la garantía de servicio de los productos de un año a diez años.
Si esto sucediera, el sector de la reparación de electrodomésticos y productos tecnológicos podría crecer considerablemente e implicaría que los fabricantes deban hacerse cargo de las reparaciones sin objetar nada al respecto. Se trata, por tanto, de una medida muy resistida por los empresarios.
Y es que no sólo implicaría menos ganancias, el problema principal es que deberían rediseñar por completo los sistemas de producción. Recuerden que están diseñados para que lo que compremos no dure, y ese es el principal problema para ellos.
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Son cambios monstruosos que requieren tiempo, dinero y un compromiso social inclaudicable. Como sociedad, debemos exigir que las cosas cambien y podemos llevar adelante estas iniciativas:
Ya hay algunas propuestas e iniciativas en marcha y queda de nuestro lado el ejercer nuestro derecho ciudadano.
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