Para hacer yogur casero, no necesitas ningún aparato eléctrico. Puedes disfrutar de este alimento sin aditivos ni conservantes y ahorrar dinero.
El yogur es el producto más popular entre las leches fermentadas. Básicamente está determinado por el cultivo y fermentación de dos bacterias: Streptococcus termophilus y Lactobacillus bulgaricus. Ambas transforman la lactosa en ácido láctico y confieren alta digestibilidad.
Por eso, el yogur es un alimento protector de nuestro sistema digestivo. Tiene la particularidad de dificultar el desarrollo de microorganismos indeseables, otorgando propiedades probióticas.
Según recomendaciones de la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (FESNAD), “el consumo de leche y otros productos lácteos se debe considerar en el contexto de una alimentación variada y equilibrada, ya que se asocia con comportamientos más saludables”.
El estudio “Evidencia científica sobre el papel del yogur y otras leches fermentadas en la alimentación saludable de la población española” auspiciado por FESNAD, indica que -además del ejercicio y la vitamina D- el consumo de lácteos y leches fermentadas es vital para garantizar la salud de los huesos.
El consumo de yogur está recomendado para personas con mala digestión de lactosa y mala absorción del calcio. Además, está comprobado que su consumo contribuye a la prevención de enfermedades como cáncer de colon, riesgo de diabetes mellitus de tipo 2 y síndrome metabólico, entre otras.
Yogur casero para una mayor calidad nutricional
En solo seis pasos, puedes preparar en tu hogar este alimento rico en proteínas, calcio y minerales. Podrás alimentar a tu familia todo el año y ¡no necesitas ningún electrodoméstico ni yogurtera!
Necesitarás:
- 1 litro de leche que no sea ultrapasteurizada
- 1 yogur natural sin azúcar
- Frascos de vidrio o algún recipiente
- Algo que puedas utilizar como aislante para conservar el calor, como papel de periódico, una caja con trapos de cocina adentro, o una manta
Preparación:
- Esteriliza los frascos. Para esto necesitarás una cacerola con el espacio suficiente que te permita hervirlos con su tapa durante 10 minutos.
- Calienta la leche a fuego lento hasta que llegue a 85 ºC, removiendo frecuentemente. ¡No dejes que se queme!, el tiempo estimado es de 10 minutos. Deberás remover la leche para que baje a 45 ºC. Si no tienes un termómetro digital de cocina, puedes calcular en base al punto de hervor que es de 100 ºC, que es cuando sube la espuma amenazando con salirse fuera del recipiente. Debes apagar el fuego cuando recién comienzan a formarse las burbujas de calor todo alrededor del recipiente, antes del punto de hervor.
- Agrega el contenido del pote de yogur en la leche caliente y remueve bien hasta que esté completamente integrado.
- Vierte la preparación en los frascos procurando llenarlos lo más que se pueda para que no quede mucho aire. Tapa los frascos.
- Envuelve cada frasco con papel o tela. Luego colócalos en una bandeja adentro del horno apagado (esto evitará que se escape el calor) o en un bolso térmico de los que se llevan a la playa. Deja actuar la fermentación por seis horas como mínimo.
Para obtener un yogur más espeso agrega un vaso de leche en polvo. ¿Quieres endulzarlo? Puedes agregarle miel, azúcar, mermelada o stevia al momento de consumirlo.
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