El plástico es de los desechos más perjudiciales para el planeta. Debemos saber bien, pues, con qué estamos tratando y dónde arrojarlo. ¿Sabes bien si estás descartando tus residuos apropiadamente?
Los números de la contaminación producto del plástico son difíciles de representar en nuestra cabeza con facilidad. Para darte una idea, estamos hablando de 5 mil millones de bolsas por año; 25 millones de toneladas de desechos por mes; 1 millón de botellas por día. Este nivel de contaminación está distribuido alrededor de todo el globo e implica un grave riesgo para el conjunto de la población mundial.
El informe “Life Beyond Plastic” del instituto Oikos afirma que en menos de un año contando desde el momento de su producción, la mitad del plástico se convierte en basura que en su mayoría no es reciclada ni reutilizada. Como consecuencia, una parte considerable de estos desechos termina en los mares. Las causas principales, según el informe, de este problema generalizado son el exceso de producción, el modo de uso, la gestión ineficaz de los residuos, y el modelo lineal de economía.
Lamentablemente parece que las políticas llevadas a cabo en este último tiempo no han sido suficientes para contrarrestar el daño. El problema es que la producción no deja de aumentar: se estima un crecimiento del 70% en los próximos treinta años. Por caso, Italia es el país que más plástico produce de la región que bordea al mar Mediterráneo, y representa el 2% de la producción global de productos fabricados con este material.
Uno de los factores que se vinculan directamente con la contaminación es el uso brevísimo de algunos de estos productos, como es el caso de los plásticos de un solo uso. Por otra parte, existe mucha desinformación sobre la disposición correcta de los residuos. Todo esto suma para que el problema sea aún mayor. Pero en nuestra vida cotidiana hay mucho por hacer para contribuir a la disminución del impacto ambiental del plástico.
Cómo desechar el plástico
Antes que nada, es importante saber que existen plásticos que son reciclables o reutilizables, y otros que no. La recolección selectiva incluye botellas, tarros, bandejas y frascos, aunque también papel film, platos y vasos descartables limpios, y bandejas de poliestireno.
Por su parte, quedan fuera productos como los cubiertos descartables (que deberían ser sacados de circulación dentro de poco), los bolígrafos, algunos tipos de calzado (como las chancletas), las gafas, los marcadores y los juguetes.
Esta distinción se debe fundamentalmente al hecho de que existen dos grandes familias de plásticos: los termoplásticos y los termoestables. Los primeros no cambian su estructura química cuando se calientan, de manera que pueden moldearse con calor y enfriarse cuantas veces sea necesario. Los segundos sí cambian su estructura química por el calor, y una vez endurecidos no pueden cambiar de forma. Las siglas que identifican los plásticos del primer grupo, que son los únicos reciclables, son PVC (policloruro de vinilo), PET y PE (cotenedores de líquido), PS (poliestireno).
En último lugar se encuentran aquellos llamados bioplásticos, que se producen con materias primas de origen orgánico como el almidón, la harina de maíz y otro tipo de cereales, y que por esa razón son biodegradables. Su descomposición toma mucho menos tiempo que la del plástico común.