Partiendo de la base de que ser padre o madre es algo de por sí complejo, mientras más sean los hijos, más se sufrirán los efectos a futuro. De hecho, tener tres o más hijos es casi una garantía de ello. Veamos las razones.
El hecho de traer un hijo al mundo tiene implicancias que muchas veces desconocemos hasta que nos las encontramos de frente, como por ejemplo, que un niño necesita de mucha atención y cuidado, y que aprende de cada cosa que hacemos, ya sean correctas o incorrectas, y con el tiempo ese contraste va forjando una personalidad altamente compleja.
La paternidad es ciertamente un gran desafío lleno de dudas, incertidumbres y un precario equilibrio entre la certeza y la ausencia de respuestas, con diversos grados de dificultad. Pero eso no es más que una descripción que no pretende hacer juicios de valor, no trata de glorificar ni de demonizar la paternidad. Básicamente es reconocer las posibles consecuencias de ciertas decisiones que tomamos.
En fin, partiendo de la base de que ser padre o madre es algo de por sí complejo, mientras más sean los hijos, más se sufrirán los efectos a futuro. De hecho, tener tres o más hijos es casi una garantía de ello. Veamos las razones.
Más hijos es igual a más estrés
Puede que se trate de una correlación bastante simple, aunque no por eso menos acertada. Al menos eso se puede concluir a partir de un reciente estudio llevado adelante en colaboración por la Columbia University Mailman School of Public Health, el Robert Butler Columbia Aging Center y la Université Paris-Dauphine – PSL.
Según este estudio, aquellos padres cuya descendencia supera los dos hijos tienen mayores probabilidades de padecer problemas cognitivos en la vejez debido a una peor calidad de sueño y mayores niveles de estrés. Se sabe, asimismo, sin necesidad de acudir a la ciencia, que las personas con hijos le dicen adiós al descanso incluso aunque éstos ya no sean niños, pues las preocupaciones siempre están rondando la cabeza de los padres, sobre todo en la adolescencia.
Esta manera de vivir, por lo tanto, genera un círculo vicioso en el que el estrés provoca la falta de sueño y al mismo tiempo es potenciado por ésta. Además, no hay mucho tiempo para realizar actividades en soledad o con la pareja, y los momentos de relajación y de estímulos cognitivos son cada vez más escasos.
No obstante lo anterior, tampoco se trata de fomentar la soledad ni de suponer que no tener hijos es mejor que tenerlos. Sin ir más lejos, el mismo estudio del que hablamos sugiere que en la vejez es mejor contar con compañía para evitar sufrir las consecuencias negativas que el aislamiento tiene sobre el cerebro, y para prevenir las enfermedades asociadas al deterioro cognitivo.