La contaminación acústica que producimos los humanos afecta al fondo marino. Según ambientalistas, el ruido podría ser la causa de las ballenas varadas.
La contaminación plástica es una de las principales causas de mortandad de especies que viven en los océanos. Sin embargo, otro problema invisible está causando graves consecuencias: se trata del tráfico marítimo, que produce altos niveles de contaminación acústica y afecta a la vida marina.
El tráfico de barcos está provocando que los fondos marinos comiencen a parecerse a las ciudades. Grandes buques de carga, cruceros turísticos y barcos petroleros generan las 24 horas niveles de ruido que rondan una frecuencia de entre 20 y 300 Hz.
Según datos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos, los animales más afectados son aquellos que se orientan por el ruido para satisfacer sus principales necesidades.
Belugas, delfines, grandes ballenas como las barbadas, focas o lobos marinos, entre otros, utilizan la ecolocalización para orientarse y evitar a sus depredadores, buscar alimento o encontrar pareja para poder reproducirse.
Sin embargo, los ruidos más persistentes que contaminan los océanos provocan confusión y aturdimiento en las especies que se comunican por ultrasonido. Esto hace que abandonen su hábitat, realicen rotundos cambios de comportamiento y puedan encallar en las playas, con letales consecuencias.
El biólogo marino francés Michel André, investigador del Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas de la Universidad Politécnica de Cataluña, identificó las principales fuentes contaminantes sonoras. Estas son el sonido de las grandes naves, explotaciones y exploraciones petroleras y de gas, y sonares militares.
Para localizar petróleo en el fondo marino, se disparan cañones de aire día y noche. Estos sonidos son tan fuertes que pueden escucharse a más de 100 kilómetros de distancia. A su vez, se utilizan explosivos para perforar e introducir pilotes que sostendrán las plataformas marinas de las petroleras.
Por otro lado, en 2016 la Armada estadounidense fue denunciada por organizaciones ambientalistas. Esto debido a que relacionaban la realización de pruebas de sonares cazasubmarinos con un aumento de casos masivos de ballenas varadas. Lamentablemente, el fallo no favoreció a los animales.
Sin dudas, estos descubrimientos ayudaron a comprender el daño que la contaminación acústica produce en la vida marina. Y aunque aún estamos lejos de poder evitarlo, la ciencia se está ocupando en encontrar soluciones.
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