Shinrin yoku es una terapia japonesa que nos invita a pasear por los bosques para eliminar el estrés. Conoce de qué se trata y cómo se practica.
Adentrarse en un bosque y sentir el frescor de brisa fresca o el calor de un haz de luz que se filtra entre los árboles. Tocar diferentes texturas. Escuchar a las aves. Descubrir los olores de la madera. Son sensaciones acogedoras que desean experimentar cientos de personas en distintas ciudades del mundo como parte de una verdadera experiencia de medicina preventiva.
Estos «baños de bosque» se conocen como shinrin yoku. Y es una terapia surgida en los 80 en Japón de la mano de Tomohide Akiyama. El entonces ministro de Agricultura buscaba una forma de mitigar los problemas de salud provocados por el estrés y evitar los fallecimientos por exceso de trabajo.
Veinte años después, el shinrin yoku tiene más sentido que nunca. En un mundo que corre día y noche por reemplazar la tecnología actual por otras más disruptivas, en el que todo es hiperconectividad e hiperactividad, las personas necesitamos desconectar para poder experimentar sensaciones profundas de bienestar.
¿Necesitas resetear tu mente y conectarte con tus emociones? Entonces puedes probar la terapia shinrin yoku para mejorar tu salud física y espiritual. Su práctica implica caminar descalzo por la hierba en entornos naturales y observar en silencio.
La actividad es similar a la meditación, pero lo que se busca es que las personas se fundan con la naturaleza y se alejen de las preocupaciones o pensamientos destructivos. Esto ayuda a reducir el estrés y mejorar el sistema inmunológico.
Existe toda una formación de guías de terapia de bosque que introduce a grupos en estas vivencias de experiencia sensorial y bienestar. Actualmente, se orientan también en el tratamiento del estrés, la ansiedad, la depresión, el insomnio, incluso en rehabilitación.
Estudios científicos han descubierto la química exacta que nos induce a un estado de paz y relajación cuando estamos debajo de las copas de los árboles. Con todos los beneficios que esto implica, especialmente en la reducción de los niveles de cortisol.
Y no se trata de magia. Es un efecto de los monoterpenos, es decir, los compuestos orgánicos volátiles que se desprenden de flores, plantas y árboles.
Según un estudio del investigador Albert Bach, del Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals de la Universitat Autonòma de Barcelona, esta química forestal que emiten las plantas y los árboles en los bosques se concentra durante las primeras horas de la mañana o al atardecer.
“Los baños tienen propiedades antiinflamatorias y neuro protectoras y antitumorogénicas. No curan ningún cáncer, pero ayudan a aumentar la actividad de las células NK, que son nuestro ejército para combatir virus, bacterias y patógenos”, explica Bach.
Los baños de bosques se llevan a cabo en bosques maduros, con una duración promedio de tres horas. Conciencian respecto al estilo de vida que llevamos y nos invitan a cuidar de este patrimonio ambiental que brinda magníficos servicios ecosistémicos.
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